martes, 30 de septiembre de 2008

Entrar descalzo...

Descalzarse para entrar en el otro

Una mañana en el retiro de Nazareth, me encontré con una expresión: Descalzarse para entrar en el otro.

Y me sentí impulsado a leer las palabras del Éxodo:
"no te acerques más, sácate tus sandalias, porque lo que pisas es un lugar sagrado".
No tardé en ponerme en oración.
Jesús me presentaba uno a uno a mis hermanos de comunidad y descubrí cómo habitualmente entro en el interior de cada uno sin descalzarme.
Simplemente entro.
Sin fijarme en el modo entro.

Experimenté una fuerte necesidad de pedir perdón al Señor y a mis hermanos.
Sentí que el Señor me invitaba a descalzarme y luego a caminar.

Inmediatamente experimenté una resistencia:
" no quería ensuciarme".
Me resultaba más seguro andar calzado.
Entonces vi dos cosas que me impiden entrar descalzo en los otros: comodidad y temor.

Vencido ese primer momento comencé a caminar y el Señor a cada paso iba mostrándome algo nuevo.

Advertí cómo descalzo podía descubrir: las alternativas del terreno que pisaba, distinguir lo húmedo y lo seco el pasto de la tierra.

Necesitaba mirar a cada paso lo que pisaba, estar atento al lugar donde iba a poner mi pie.

Me di cuenta de cuántas cosas del interior de mis hermanos me pasaban por alto, las desconozco, no las tengo en cuenta para entrar calzado, la mirada puesta en mí o dispersa en múltiples cosas.


Pude ver también cómo descalzo caminaba más lentamente, no usaba mi ritmo actual, sino tratando de pisar suavemente.
Donde mis zapatillas habían dejado marcas, mi pie no las dejaba.

Pensé entonces:
¡cuántas marcas habré dejado en el corazón de mis hermanos a lo largo del camino!
Experimenté un gran deseo de entrar en los otros sin dejar un cartel que diga: ¡Aquí estuve yo!
Por último fui atravesando distintos terrenos.
Primero el pasto, luego un camino de tierra hasta llegar a una subida y con piedras.

Sentí deseos ya de detenerme y volver a calzarme.
Pero el Señor, me invitó a caminar un poquito más.
Advertí que no todos los terrenos son iguales y no todos mis hermanos son iguales.
Por lo tanto, no puedo entrar en todos de la misma manera.

Esta subida me exigía caminar aún más lentamente y cuánto más difícil sea el terreno de interior de mi hermano, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar.

Después de este recorrido con el Señor, pude ver claramente que descalzarme es entrar sin prejuicios y atento a la necesidad de mi hermano, sin esperar una respuesta determinada; es entrar sin intereses y despojado de mi alma.

Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de todos, y por ello es que buscaré detenerme, descalzarme y entrar en cada uno como un lugar sagrado.

Para ello sé Señor, que cuento con Tu Gracia.

lunes, 29 de septiembre de 2008

UN MAL QUE NOS ESTÁ MATANDO... (Carta Pastoral)



LA ADICCION A LA DROGA Y AL JUEGO.
Las estadísticas nos hablan de un consumo cada vez más precoz y masivo de drogas y alcohol... Nuestro país hace tiempo que dejó de ser un país de tránisto para transformarse en un lugar de alto consumo de sustancias tóxicas.-
En una misión se le preguntaba a la gente por sus mayores preocupaciones, y al tope de la lista de respuestas estaba: "que mi hijo/a no caiga en la droga"...
A-dicto es el que no dice. El que no se comunica. Los adictos nos refieren su experiencia de profunda soledad, su vacío.
Así entre las cosas que generan nuestros vacíos, está la falta de comunicación en la que vivimos.
En estos tiempos paradójicamente hipercomunicados, nos falta comunicación en las familias, en las escuelas en las comunidades. El apuro, las exigencias, el vértigo cotidiano, nos llevan a dejar de escuchar, de escucharnos a nosotros mismos y de escuchar a los demás.
Evidentemente no me refiero a la mera transmisión de datos, sino a la comunicación cordial y profunda que nos impulsa a compartir con otras personas, pensamientos, sentimientos.-
Como pre requisito, tiene que haber comunicación con nosotros mismos, lo cual implica una escucha a nuestros pensamientos, sentimientos, incluso a nuestro cuerpo, ya que muchas veces las enfermedades nos están marcando algo que tenemos que hacer o dejar de hacer.-
Y al principio y al final del proceso, obviamente, está nuestra relación con Dios. Nosotros como creyentes sabemos cuan importante es esta dimensión para nuestra salud y felicidad, y cómo cambia la vida, contar con una relación cordial y fluída con el Señor.-
Si tenemos padres y madres que escuchen, docentes que escuchen, animadores de comunidades que escuchen, dirigentes, políticos, sociales, y religiosos que escuchen, nuestros jóvenes podrán comunicarse, podrán decir lo que piensan y sienten, y podremos ayudarlos. Habrá mucho menos a-dictos.-
En nuestra época, hablar del mal no tiene buena prensa. Nos olvidamos que este es un tema presente en la prédica de Jesús.
Debemos estar alertas sobre los peligros exteriores, pero el mal no sucede solamente afuera nuestro, sucede en nuestro propio corazón, y allí es donde debe haber una actitud vigilante.
Los especialistas en el tema afirman que quien empieza a consumir drogas, alcohol, juego etc. hasta transformarse en un adicto, más allá de un contacto casual, siguió adelante porque hubo un vacío que se quiso llenar con aquello que se consume.
Juan Pablo II habló del vacío existencial que se quiere satisfacer con la adicción.
Todos tenemos nuestros vacíos, por las limitaciones intrínsecas que tiena la vida y por nuestras propias heridas. ¿Que hacemos con ellos? ¿Los vemos? ¿O los negamos y entonces a la larga nos manejan?.
Si los vemos. ¿Con qué los estamos llenando? ¿Con comida, alcohol, tele, drogas, juego, sexo, personas o relaciones tóxicas, trabajo?
Algunas de estas cosas son malas aun en pequeñas dósis, pero otras son excelentes en su medida, solo que ellas solas no alcanzan para responder al sentido de nuestras vidas.-
Vencer el mal a fuerza de bien como dice Pablo (ver Rom. 12,21) será la estrategia principal, pero ¿Cómo?.
Lo primero será conocer la realidad para dimensionar ¿a qué nos estamos enfrentando?.
Lo segundo es trabajar con las consecuencias, ayudar a quienes ya son adictos, apoyando a las ONG o instituciones que trabajen en este sentido, alertarnos unos a otros sobre la venta de drogas, hablar con los jóvenes sobre el tema, trabajar para evitar la tolerancia social creciente, sobre el consumo de drogas.
Lo tercero es actuar sobre las causas que conducen a llevar conductas adictivas de cualquier tipo, que es un trabajo de educación y prevención más profundo que solo hablar de la maldad del juego del alcohol, o de las drogas (lo cual también hay que hacerlo,)pero yendo más allá, es decir preguntarse ¿porqué las personas se autodestruyen por estos medios? ¿Que es lo que nos lleva a desarrollar una adicción?
Lo cuarto, influir sobre nuestros representantes para concretar políticas públicas con las que se pueda enfrentar esos flagelos legalmente y con eficacia.-
En defintiva el camino cristiano es también un camino de sanación que nos devuelve nuestra plena libertad de los hijos de Dios...
Termino con una bendición especial para las familias que tienen algún miembro padeciendo una adicción... Mons. Jorge Casaretto. Obispo de San Isidro, septiembre de 2008.-

sábado, 27 de septiembre de 2008

BUENAS NOTICIAS !!!

Queridos Amigos:
El 27 de agosto pusimos una entrada en este blog, con un pedido concreto de oración, para que Gustavo Hernández resuelva un tema de desempleo.
Queremos compartir con todos la gran noticia de que en el día de ayer fue confirmado como gerente de una importante empresa constructora.
Cuantos lo conocemos y lo queremos estamos realmente felices por él y por su familia. Y queremos agradecerles a todos las oraciones que fueron escuchadas con creces.
La cosa parece complicada, pero es verdaderamente sencilla. EL SEÑOR ESCUCHA CUANDO LE PEDIMOS LO QUE ES UN BIEN PARA NOSOTROS,Y RESPONDE...
FELICITACIONES GUSTAVO, UN ABRAZO GRANDE!!!

jueves, 18 de septiembre de 2008

SOLO PARA PADRES...

El filósofo alemán Federico Nietzsche (1844-1900), uno de los pensadores más vigorosos y cuestionadores que han dejado huella en el pensamiento contemporáneo, sostenía: "Cuando tu obra abre la boca, tú debes cerrar el pico.
Hay que retirar los andamios cuando la casa está construida". Acaso en eso consista el arte de ser padres: en saber poner los andamios y en saber cuándo y cómo quitarlos.
Ponerlos significa establecer límites, sostenerlos, mantenerse presente emocional, física, espiritual y moralmente en la vida de los hijos, ser su guía y su referente. Y, sobre todo, serlo a través de las conductas más que de los discursos. Significa saber que seremos confrontados por nuestros hijos, pues no se crece sin cuestionar. Y que deberemos responder a la confrontación con serenidad, con constancia, con firmeza y con ternura. Parece difícil, y lo es. Pero criar hijos no es jugar a las muñecas. Es responder a las vidas que hemos creado o adoptado. Es respetar y hacerse responsable de la conservación de una asimetría inevitable, plástica, fluyente. Nuestros hijos no necesitan dictadores ni cómplices. Tanto el dictador como el cómplice (el padre "amigo") desaparecen como padres, eliminan al adulto significativo, que guía. La dictadura y la complicidad (falso nombre de la amistad) son dos vías de escape que, por comodidad o por desconocimiento, los padres suelen tomar. Desde un aspecto funcional, los hijos quedan entonces huérfanos.

Quitar los andamios equivale a reconocer que nuestros hijos ya no son las semillas que plantamos una vez, sino los árboles que esas semillas contenían. Es reconocerlos como personas autónomas, como seres únicos, diferentes de nosotros, que no vinieron a cumplir nuestros sueños, sino los propios.

El mayor éxito de la paternidad y de la maternidad, decía una persona de la que mucho aprendí, es haber criado personas autónomas, con capacidad de autoapoyo, responsables de sus acciones, personas que saben convivir con los límites lógicos de la vida y, al hacerlo, eligen, son libres.
Cuando les exigimos que sean lo que nosotros queremos que sean o creemos que deben ser, ponemos un dique que interfiere, desvía y distorsiona el fluir de la corriente existencial. Esa exigencia tiene que ver con nosotros, no con ellos. Nos exigimos cumplir una meta a través de ellos ("Si mi hijo no obtiene un título, yo habré fracasado").

En La sabiduría de las emociones, un compendio de sensibilidad y sapiencia, el doctor Norberto Levy describe la exigencia como el lazo que existe entre un exigidor y un exigido. Entre alguien que reclama, por sobre todo, resultados, que sólo plantea metas, y alguien que es conminado a obtenerlas.
El exigidor no escucha al exigido, no lo registra, no lo toma en cuenta. Está centrado en la meta. Y el exigido se siente cada vez más ignorado y desvalorizado. Acaso cumpla las metas, pero no será feliz: simplemente habrá pagado un precio, a veces doloroso en términos psíquicos y emocionales, para ser registrado. Es un error, dice Levy, creer que la exigencia conduce a la excelencia. Diferente es proponer, pedir o preguntar. Esto le permite al otro decir que no, argumentar, pensar. En definitiva, existir.
Cuando desaparece la ecuación exigidor-exigido, se instala el diálogo. Y aunque ese diálogo sea asimétrico (y en la relación de padres e hijos, adultos y jóvenes, debe serlo), puede dar lugar a nuevas propuestas, a metas significativas y, sobre todo, compartidas.
Un viejo dicho de autor anónimo lo expresa así: "Con el tiempo aprendes la diferencia entre tomar la mano de alguien y encadenar su alma". La exigencia es una cadena que deja marcas a veces indelebles.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

SE PIDE ORACION...

Carta de Ezequiel de la Serna:
Buen dia.

Como dijeron Jorge y Ricardo, la vida continúa y a veces nos depara momentos duros...

Como algunos de uds saben mi tío Ricardo se encuentra internado en la Clínica San Lucas. Anoche pasaron a terapia intensiva por que tiene un pulmón y medio tomados por una infección que no responde a los antibióticos. Cómo su capacidad pulmonar es muy limitada le tuvieron que colocar un respirador. Su cuadro general es complicado y es por eso que, por favor, les pido que en sus oraciones pidan por él y su familia.

Gracias.
Zeque

CHICOS DEL NEWMAN: ACCIDENTE

From: Susana Harrington
Date: 2008/9/15
Subject: Fw: Ignacio Gaing

Amigas

No se si todas estan al tanto de lo que pasó este fin de semana a un grupo de amigos del Newman. El hijo de unos intimos amigos nuestros, Ignacio Gaing, tuvo un accidente automovilístico donde murieron tres amigos .Esta en terapia intensiva y su estado es muy muy grave. Hoy lo estan operando por segunda vez y le esperan muchas mas operaciones. Tiene muy comprometidos un pulmon, la pelvis , fracturas expuestas multiples y un hematoma en la cabeza. Les cuento todo esto de manera detallada porque realmente necesitimos 200 DONANTES DE SANGRE, de CUALQUIER GRUPO! Les paso los datos para aquellos que esten dispuestas:

Dirección: Pueyrredon 1451
Horario: Lunes a Viernes de 8 a 10hs.
Tienen que llevar DNI.
No es necesario ir en ayunas, recomiendan comer algo con azúcar un rato antes.
Aclaren que es para IGNACIO GAING, CUARTO 209, SANATORIO DE LOS ARCOS.


Les pido que rezen mucho por el y por la familia ...una familia lindisima, re unida!

y reenvienlo por favor!

un beso enorme y gracias por su ayuda

Susy Harrington

lunes, 15 de septiembre de 2008

PARTICIPANTES Y EQUIPO E.T. XIV: TESTIMONIOS


SE REALIZÓ EL E.T. XIV. 12, 13 Y 14 DE SEPTIEMBRE DE 2008.

SI QUERÉS DEJAR TU TESTIMONIO DEL RETIRO, PODÉS HACER CLICK DEBAJO DE ESTA ENTRADA DONDE DICE COMENTARIO. escribís lo que quieras decir en la pantalla que dice haga su comentario y luego ponés el punto donde dice elegir identidad: ahí podés elegir anónimo, o elegir nombre/URL y ponés el tuyo, pero en el casillero dirección URL no llenás nada.-
Si querés ver algunas fotos más del ET XIV entrá a tu derecha en el album que figura en el link con el nombre fotos de la comunidad.-

Sebastian Gil
Marcelo Omar Moure
Javier Escudero
Luis Moro
Maxi Daireaux
Gerardo Reggi
Daniel Parra
Martin García Magliore
Pablo Menéndez
Ricardo Riva
Hector Daniel Brignani
Alejandro Porzio
Juan Pratto
Luis Galli
Juan Biedma
Gonzalo Salas
Maxi Petrossi
Néstor Morbiducci

Luciano Juan Locatelli
Georgie Gallino,
Marcelo Puiggari
Miguel Oliva
Jorge Perez
Aquiles Pirovano
Eduardo Baistrocchi
Carlos Mancini
Ezequiel de la Serna
Ezequiel Obiglio
Guillermo Saud
Gustavo Marcos
Martín Mezzini

viernes, 12 de septiembre de 2008

ROSARIO EN CADENA !!!


Querido amigo, este fin de semana, sale a la cancha un nuevo Entretiempo, tanto el cuerpo técnico como el equipo necesita de nuestro aliento, por lo que te pedimos si te podés sumar a la oración de toda nuestra comunidad, es fácil, solo tenes que mandar un mail a entretiemposanisidro@gmail.com detallando nombre y los días en los cuales vas a rezar, por ejemplo Fulano reza el Vie Sa y Dom por mengano...

Un fuerte abrazo en Cristo

Entretiempo & Oportunidad

PADRE PIO


Querido amigo.
El próximo Lunes 15 de Septiembre, nos juntamos en la Capilla del Colegio Marín, a las 20:00 Hs. Cual es la idea? Aprovechar para estar un rato adorando al Santísimo, y luego a partir de las 20:30, juntarnos en el Salón Australia, para ecuchar al Padre Hugo, quien nos contará una breve reseña de quien fue el Padre Pío, para luego ver una película que refleja su experiencia de vida.
Esperamos que puedan acompañarnos en este camino del Segundo Tiempo.

Un fuerte abrazo en Cristo Jesús


Marcelo Romagnoli - Alexis Rastalsky

lunes, 8 de septiembre de 2008

OTRO ENFOQUE DE LA CRISIS DE LA MITAD DE LA VIDA

LAS EDADES DE LA VIDA… de ROMANO GUARDINI (Edit Lumen)

Crisis de la segunda mitad de la vida

Su nota es una sensación cada vez más evidente de los límites de la propia energía. El hombre percibe que hay un exceso en el trabajo, en la lucha, en la responsabilidad. Se acumula la carga del trabajo. Las exigencias se hacen cada vez mayores. Detrás de cada una asoman otras nuevas, ya no se les ve el fin… Pensemos en lo que significa mantener en pie un hogar; sacar adelante una familia; realizar una profesión; dirigir una empresa; cumplir funciones públicas; todo lo que hay implicado ahí, en personas, cosas, fuerzas, ordenes; qué tensiones, qué dificultades, qué resistencias se ponen en vigor. Todo eso tiende constantemente a separarse y derramarse: pues cada elemento entra en un orden propio de finalidades, sea natural, sea personal. Y hay que conservarlo unido con un esfuerzo siempre renovado, con prudencia, con vigilancia, con arreglo y renuncia sin egoísmo.
Esto presenta poco a poco a la coincidencia, y mientras que al principio estaba viva una sensación de reserva, de fuerzas de iniciativa y de capacidad de ocurrencia, ahora aparece el límite. Interviene la sensación de fatiga; de que se hace demasiado; de que se empieza a gastar el capital; sobre todo en momentos en que se acumula el trabajo excesivamente, y en las exigencias que se hacen demasiado grandes, y las dificultades parecen insuperables.
Pasan las ilusiones; y no solo aquellas que constituyen la esencia de lo juvenil, sino también aquellas que procedían de que la vida todavía tenía carácter de novedad, sin haber acabado de ponerse a prueba.
Hasta entonces, la seriedad, la decisión, la responsabilidad determinaban la conciencia, para el trabajo de cimentar, construir y luchar. Ahora todo eso pierde su frescura y novedad, su carácter interesante y estimulante. Se sabe poco a poco lo que es eso, el trabajar y el luchar. Se sabe como se comportan los hombres, como surgen los conflictos; como comienza una obra, y se desarrolla y se concluye; cómo se establece una relación humana, cómo surge y se disipa una alegría.
Se pierde la excitación del encuentro reciente, de lo recién emprendido. La existencia adquiere el carácter de lo conocido. El hombre sabe a que atenerse; adquiere la sensación de que las cosas se repiten. Esto naturalmente, no es cierto, pues ya hablamos de que nada se repite. El proverbio de la Sabiduría: “Todo ha sido ya”, puede volverse también del revés: “Nada ha sido así”. Pero en el modo de sentir se introduce el elemento de lo conocido, de la uniformidad. En todo se hace perceptible la rutina. Cada vez se desvela más la mezquindad de la vida; se sufren desengaños con personas con las que se puso esperanza. La gente en general revela una estupidez e indiferencia, incluso una malevolencia, que antes no se veía. Se ve entre bastidores y se nota que las cosas son mucho más penosas de lo que se había pensado.
Interviene el hastío, lo que llamaban los antiguos taedium vitae; esa profunda desilusión que no proviene de un motivo aislado, sino de la entera amplitud de la vida. Sin embargo, la técnica que emplea la vida para con nosotros consiste en prometer mucho al principio: sobre todo, la época de la pubertad y la juventud que percibe esa promesa infinita. Con ella el hombre se anima – los pesimistas al modo de Arthur Schopenhauer dicen: queda seducido – para entrar en lo desconocido de la vida; para asumir sobre sí las obligaciones contenidas en la amistad, en el amor, en la elección del trabajo.
En el transcurso de la vida se hae cada vez más débil la fuerza de esta promesa. La mirada se ve con mayor agudeza: el corazón confía menos. Cada vez se hace más claro que las promesas no se cumplen; que lo concedido tiene menos peso de lo que se ha puesto en juego. De ahí surge poco a poco ese gran desencanto que tiene lugar en toda la vida. Y no solo aquellas vidas a las que se les niega mucho sino también en aquellas a las que se les concede mucho: las que se consideran en su ambiente que están favorecidas por la suerte y que han logrado algo importante. Pues lo que constituye el peso del sentido de a vida, no es, en efecto, lo extensivo, el quantum, sino lo intensivo, la fuerza de la experiencia perceptiva.
Por todo eso se prepara una crisis. Y la alternativa esta ñeque predomine ese desencanto y desilusión, ese reconocimiento de la miseria de la vida; y el hombre se vuelva escéptico y despectivo y siga haciendo lo necesario sólo de un modo mecánico., porque tiene que vivir: quizá todavía obstinado a la fuerza en un optimismo que no siente en lo más hondo; amontonado trabajo obre trabajo, con las manos completamente ocupadas; y se comete esas tonterías características de esa fase, por ejemplo, si se da al juego o a la especulación, si abandona la familia, o emprende arriesgadas iniciativas o acciones políticas, todo ello es solamente para salir de la monotonía, y, probablemente, para fracasar – o bien que conceda a la vida al asentimiento que viene de la seriedad y la fidelidad, alcanzando un nuevo sentimiento del valor de la existencia.


El hombre serenado

I. Si ocurre así, entonces comienza la figura vital del hombre serenado. Se caracteriza por ver y aceptar lo que son las fronteras, las limitaciones, las insuficiencias y miserias de la vida.
Eso no significa que llame bueno a lo injusto, alo perverso, a lo vulgar; que pase por alto el desorden, el sufrimiento, la falta de salida de la existencia, que afirme que es riqueza lo mísero, que es autenticidad lo aparente, que es cumplimiento lo vano. Todo eso se ve, pero se “acepta” en el sentido de que es así y debe seguir siendo así.
Ese hombre no deja al trabajo, sino que lo prosigue con fidelidad: por las exigencias de la familia, de la profesión, del conjunto de los hombres, a los que esta obligado.
Lo hace tan Jusa y exactamente como antes, a pasar de todo fracaso, porque el sentido de la obligación reside en él mismo. Vuelve a comenzar una vez y otra sus intentos de ordenar y ayudar, porque sabe que el hecho de que los hombres vuelvan siempre a hacer algo aparentemente vano es lo que hace seguir esos impulsos, indeterminables en cada caso concreto, que sostienen la vida humana aún tan en riesgo.
II. En esa actitud hay mucha disciplina y renuncia: una valentía que no toma tanto el carácter de la osadía cuanto el de la decisión.
Ya ven ustedes como tiene lugar aquí lo que se llama carácter. Son personas de tal índole aquellas a quienes se confía la vida. Precisamente porque ya no tienen la ilusión del gran éxito, de la victoria fulgurante, son capaces de lograr lo que vale y permanece. De esta índole deberían ser el auténtico estadista, el médico y el educador, en todas sus formas.
Aquí aparece el hombre superior que es capaz de dar seguridades. Y se puede enjuiciar la situación humana y las oportunidades culturales en una época por el número de personas de tal índole que halla en ella, y por el alcance de su flujo.


La crisis del desasimiento

I. Luego vuelve a producirse una crisis. Va unida al envejecimiento, y la llamaremos el proceso del desasimiento.
La vida en un hombre tal como lo acabamos de describir esta llena de rico valores. El logra esas realizaciones que duran auténticamente, porque parte, de los puntos adecuados, actúa dentro de as situaciones justas y se independiza del éxito momentáneo; así como él mismo, en cuanto a personalidad, trasciende más halla de su condicionamiento por esa decisión de sus convicciones y por su cercanía a la realidad.
Así la vida se hace más densa y preciosa.
Pero a la vez se abren paso nuevas experiencias. Van unidas al descenso del arco de la vida; a la conciencia del fin.
Principio y fin son cosas misteriosas. El principio de la vida, nacer y ser niño – ya recuerdan que se esto hemos hablado- no significan que su movimiento haya partido de un punto de arranque, dejándolo atrás, sino que este punto acompaña al movimiento. El nacimiento y la infancia son un elemento vivo en el hombre: la analogía individual respecto a lo que se venera en los mitos de la fundación y en la figura de los antepasados. Ese elemento influye a través de la vida entera, hasta el último final…
Pero recíprocamente, el fin esta influyendo por adelantado en el primer comienzo. La entrada de la melodía sigue configurando todo su desarrollo; igualmente no es una yuxtaposición de partes, sino un todo, que – expresado paradójicamente – está presente en cada punto del transcurso.
El fin ejerce su influjo a través de la vida entera: el hecho e que el arco de la vida se incline y una vez haya de cesar; de que todo acontecer se mueva hacia una conclusión: una conclusión que hoy llamaremos la muerte. Pero esa terminación se expresa de modo diverso en cada caso a lo largo de la vida; tal como corresponda el carácter de la fase vital en cuestión… El niño sabe muy poco de eso; el elemento de la muerte venidera influye en él probablemente de modo indirecto, por ejemplo, en su hambre vital y su necesidad de protección. Peculiar violencia puede adquirir el sentimiento de la muerte en la fase del joven; pero entonces tiene más bien el carácter de una elevación trágica del sentimiento vital. Por eso también es el joven que muere con mayor facilidad, porque la plenitud de la elevación vital hace de la misma muerte un elemento de la vida… La fase vital que más propende a olvidar la muerte es ésa que hemos llamado del hombre responsable. Aquí el hombre queda de tal modo asumido por las exigencias inmediatas, y está tan seguro de su fuerza y autonomía, que la conciencia de la muerte resulta más fácil de desplazar en él… En la fase del hombre maduro, el sentimiento de la muerte se abre paso en la experiencia del límite. Pero ahí queda transformado en esa decisión de que hablábamos antes. Hace la vida densa, seria y preciosa.
II. Pero luego se hace de otro modo. El hecho del final adquiere una vigencia elemental. Y concretamente se puede describir así ese proceso:
Anote todo, se hace perceptible la transitoriedad. Se dejan de mirar las posibilidades: tanto la medida de lo que se puede como lo que todavía puede dar la vida. Con eso desaparece el elemento que produce el carácter inacabable – o mejor dicho, de algo que siempre continúa, esto es, la expectación. En la medida en que el hombre envejece, cada vez espero menos; en la misma proporción se intensifica la sensación de la transitoriedad. La expectación estira el tiempo; el saber a qué atenerse lo contrae. Cada vez se hace m{as fuerte la impresión de que constantemente llega algo a su fin: un día, una semana, una estación del año, un año; la conciencia de o que haces ahora, lo hiciste también ayer: lo que hoy experimentas estaba ahí hace ocho días. Todo eso hace que se encoja el tiempo que transcurre en medio. La vida resbala cada vez más de prisa.
Un segundo elemento aquí operante no procede del tiempo, sino de una alteración en los acontecimientos mismos, mejor dicho, en el modo como se perciben: se hacen más delgados, más finos. Con eso no se quiere decir que ocurran menos cosas, o que pierdan valor, sino que cada vez llenan menos la experiencia. El que lo experimenta, cada vez resulta menos impresionado; ya no lo toma tan en serio. La toma, ciertamente, en la responsabilidad, pero no en sentir involuntario. Por eso el hombre que envejece, también olvida cada vez más fácilmente lo que ha ocurrido en cada momento, mientras que lo que ya había ocurrido antes gana importancia.
Así se podrían seguir diciendo cosas. Pero basta muy bien lo citado para caracterizar la crisis que se produce. El que persista el individuo, y cómo, depende en que medida acepta su fin, siguiendo la indicación que llega de la transitoriedad y el adelgazamiento de las cosas.
Si no ocurre eso, entonces surge el viejo, en el mal sentido de la palabra: más exactamente, el que no quiere hacerse “viejo”.
Esto puede ser apartando la mirada del fin que se acerca: haciendo como si no se acercara; aforrándose al estadio vital que pasa; poniéndose como si todavía fuera joven; de lo que resultan consecuencias tan perniciosas como lamentables (uno de los fenómenos más problemáticos de nuestra época es que la vida llena de valor se equipararon el ser joven, sin más); o bien capitulando ante el envejecimiento, renunciando a la vida en conjunto, y aferrándose a lo que hay todavía. De ahí surgen los nefastos fenómenos del materialismo de la vejez, para el cual lo son todas las cosas palpables; el comer y beber, la cuenta bancaria, el asiento cómodo. Se desarrolla el egoísmo senil; el afán de valer, la tiranización de cuanto hay en torno, atormentando a los demás para tener la sensación de que todavía se es algo (Cfr. El apartado posterior “La entrada a la ancianidad”).
El modo de dominar positivamente la crisis consiste en la aceptación del envejecimiento, en la aceptación del fin, sin sucumbir a él ni desvalorizarlo con indiferencia o cinismo.
Ahí se realiza un grupo de valores y actitudes muy importantes i muy nobles para el conjunto de la vida: comprensión, valentía, confianza, respeto a si mismo, lealtad a la vida ya vivida, a la obra cumplida, al sentido de la existencia realizada…
Especialmente importante: la superación de la envidia contra los jóvenes… del resentimiento contra lo históricamente nuevo… de la alegría ante el mal, por los defectos y fracasos de lol actual…


El hombre sabio

I. Si ocurre así entonces surge la imagen vital del hombre viejo: expresado por su valor: del hombre sabio.
Le podemos caracterizar así: Es el que sabe del final y lo acepta. Con eso no se dice que se alegre – aunque como caso raro ocurre incluso eso -, sino que se implica la disposición cada vez más sincera a lo que tiene que suceder.
El final mismo de la vida es todavía vida. En el se realizan valores que solo pueden realizarse entonces. Con su aceptación, aparece en la vida algo tranquilo y, en sentido existencial, superior. Cuando se le preguntó a San aro Borromeo que haría si supiera que había de morir una hora más tarde, respondió: “Haría especialmente bien lo que hago ahora”. Así se expresa esa situación superior. Es la superación de la angustia, del afán de paladear, de darse prisa con el residuo que todavía se puede vivir, de atascar de material el tiempo que cada vez se hace más corto… (La conducta de Sócrates en el final de Fendón).
Pero la sensación de transitoriedad proviene también algo que en si es positivo: la conciencia cada vez más clara de lo que no pasa, lo que es eterno. No podemos entrar más detalladamente en lo que es, encontrándonos en esta asamblea. Tendrá un carácter diverso en cada caso según la visión de la vida que tenga el individuo.
Lo que menos vale es esa explicación que dice: Yo perviviré en mis hijos o en mi país. Falsea el sentido de lo que queremos decir. Más aún, lo pone precisamente al servicio de lo que se desvanece. Quien habla en serio de lo eterno, no quiere decir la continuación perpetua, tanto si es biológica como cultural o cósmica. La continuación perpetua es la mala eternidad; mejor dicho, es la elevación de la transitoriedad hasta lo insoportable. La eternidad no es un “más” cuantitativo, por inconmensurablemente largo que sea, sino algo cualitativamente diferente, algo libre, incondicionado.
Lo eterno no esta en relación con lo biológico, sino con la persona. No la asume en una continuación perpetua, sino que le da total cumplimiento en el sentido absoluto.
La conciencia de lo que no pasa crece en la medida en que se acepta sinceramente la transitoriedad. Quien huye de ella, quien la oculta o la niega, no llega a tener conciencia de ella… De modo análogo ocurre con lo que llamamos el adelgazamiento de la existencia. Ahí se hace evidente que la vida es algo más que ella misma. Lo finito se vuelve transparente para lo absoluto.
II. De esas experiencias proviene la distinción entre lo importante e inimportante; de lo auténtico e inauténtico; del conjunto total de la existencia y la significación que tienen en él los elementos uno a uno: formas de expresar lo que se llama “sabiduría”. La sabiduría es algo diverso de la inteligencia aguda o la prudencia práctica para la vida. Es lo que surge cuando lo absoluto y eterno se manifiesta en a conciencia finita y transitoria, arrojando desde allí luz sobre la vida.
Ahí arraiga la auténtica eficacia de esta edad. Hay dos especies de eficacia: La de la dynamis inmediata, como fuerza de dominio y ordenación, y la del sentido, la verdad y el bien. En el hombre responsable están en un cierto equilibrio. Tiene que realizar, luchar, imponerse; pero realizar lo auténtico, luchar por lo justo, imponer el bien.
Con el transcurso de esta edad cede la dynamis. Pero en la medida en que el hombre realiza estas superaciones interiores, se vuelve, por decirlo así, transparente para el sentido. No se hace activo, sino que irradia. No aferra, no tiraniza, no domina, sino que hace evidente el sentido y le da una especial efectividad mediante el altruismo de su actitud.
Aquí debe decirse con más precisión algo que ya se indicó y que es importante para el hombre actual: que ha olvidado en buena medida lo que es, por naturaleza, la vejez. En su lugar ha puesto una imagen imprecisa de proseguir viviendo, cuya norma es la forma vital del joven. El envejecimiento se expresa solo en limitaciones – en que se es menos capaz de hacer cosas, menos elástico, etc. En el fondo, según eso, el viejo es solo el joven disminuido – todo ello unido a la confianza en la habilidad de los médicos para prolongar la vida; en métodos curativos, que han de tener efectos mágicos, sin olvidar el arte mentiroso de la moda y la cosmética. Lo que se produce con eso es apariencia y engaño vital.
El resultado es que en el conjunto de la imagen actual de la vida faltan los valores de la vejez; la sabiduría de sus diversas formas; los modos de conducta resultantes del transparentamiento de la vida, de la capacidad de distinción y de juicio.
Pero cuanto menos se ve y se reconoce la vejez, también se hace más desconocida la auténtica infancia. La mayor parte de los niños son adultos en formato miniatura. Los auténticos niños son seres humanos que existen en esa unidad de la vida de que hemos hablado antes. Por ejemplo, son capaces de oír cuentos, esto es, de pensar míticamente. Pero hoy se racionalizan o se estetizan. Los niños son capaces de jugar, de crear formas, figuras de la vida, ceremonias. En vez de eso, por todas partes vemos los juguetes tecnificados, que, en realidad, están pensados por el adulto. Y, en cambio, cuando por fortuna surge algo realmente infantil, cuando se ve, por ejemplo, qué llenos de significados pueden estar los dibujos de los niños, entonces se hacen teorías sobre ello, se organizan exposiciones y se dan premios, con lo que todo se echa a perder.
Lo uno va unido a lo otro. El envejecimiento se encoje hacia atrás, y surge la figura ideal del hombre que siempre tiene veinte años, tanto en el hombre como en la mujer, una creación tan insensata como cobarde. Por otro lado se pierde el niño y en su lugar aparece el pequeño adulto, en que se secan las fuerzas interiores de las fuentes. Ambas cosas significan un empobrecimiento de la vida.

sábado, 6 de septiembre de 2008

QUE ES UN ENTRETIEMPO?



PARA HACER UN GOLAZO... (nota para publicar en el Boletín de la UP Marín)

Nadie sabe a ciencia cierta cuánto va a vivir. Dice el Evangelio que ni uno solo de nuestros cabellos caerá de la cabeza, sin que el Señor lo sepa. Y en mi caso debe estar muy ocupado con eso, porque se me han caído ya varios. Más de los que hubiera querido. Pero son leyes físicas contra las que es inútil pelear.

Solo por este dato, y además por un frío cálculo estadístico, diría que estoy promediando la segunda mitad de la vida.-

Y este comentario va dirigido pues, a todos mis contemporáneos. A todos los que ya nos jugamos un tiempo completo y queremos pensar que nos queda todavía otro.

Al primer tiempo se entra fresco. Tal vez demasiado. Y cuando uno se quiere acordar, el partido de nuestra vida ha tomado un curso que, en algunos aspectos habría que remontar.

Precisamente para eso está EL ENTRETIEMPO.-

La idea de sentarse en el vestuario y planificar ¿cómo se quiere salir a la cancha nuevamente?, es una idea que para los futboleros nos resulta bien gráfica.

En los deportes individuales, es bastante triste la imagen del vestuario vacío. Se habla de "la soledad del vestuario", como expresión un tanto lúgubre.

Mientras que en los juegos colectivos, la idea de un vestuario concurrido, en donde todos se dan ánimo y se prometen romperse el alma para ganar el partido, la situación aparece como mucho más atractiva.-

Es claro que entre varios, esta planificación tiene que resultar mucho más enriquecedora. Como en un verdadero equipo, escuchando las experiencias de otros jugadores, uno sale verdaderamente fortalecido.

Estos encuentros, desde hace algunos años se están desarrollando desde el Colegio Marín, abierto a la comunidad de San Isidro.

Nos pareció que lo de retiro espiritual sonaba muy formal y que algunos podían autoexcluirse, de allí que preferimos hablar de una charla técnica de fin de semana.

Se están realizando tres Entretiempos de hombres por año. Y dos para las mujeres que responden al nombre más femenino de Oportunidad.

La comunidad en estos años ha crecido enormemente, y retiro tras retiro se suman nuevos jugadores dispuestos a cambiar la táctica de la vida, poniéndo a Dios en el centro, como el Gran DT.-

En mi experiencia -ya he asistido a varios entretiempos- nunca escuché alguien que se haya arrepentido de ir. Las transformaciones se notan patentes en las caras de todos, el último día. El Espiritu Santo sopla fuerte. Y si tenemos la humildad de dejarlo actuar, hace maravillas !!!.-

La propuesta está abierta para todos los que tengan entre 35 y 55 años aproximadamente. Cada uno con la realidad que vive. No hay exclusión de ningún tipo para recibir el mensaje de Dios y tomar parte activa dentro la Iglesia.

Si te animás a participar o a invitar a algún amigo te cuento que hay dos fechas próximas. Las últimas del año 2008.

Para mujeres Oportunidad del 10, 11 y 12 de octubre. Para varones 31, 1 y 2 de noviembre.-

Si te querés anotar podés mandar un mail a marisabarrio@fibertel.com.ar o a esteban@mazzinghi.com.ar y nosotros te contactamos.-

ESTEBAN MAZZINGHI

lunes, 1 de septiembre de 2008

CUMPLEAÑOS - ANIVERSARIOS: Novedad en el Blog. Propuesta de Oración ON LINE

Queridos Amigos.
A partir de ahora, los cumpleaños y los aniversarios en el blog van a empezar a salir como una entrada destacada del día. Si se puede, y se dispone de la misma, con foto alusiva.-
La idea es recordar al homenajeado, pero no solo socialmente, sino con un sentido más espiritual.
Esto es: tiene que haber un compromiso DE LOS QUE ENTREMOS en el blog QUE CUANDO VEAMOS que es el cumple o el aniversario de casados de "fulano" EN EL ACTO REZAREMOS UN AVE MARIA, pidiendo por la intercesión de esa persona o matrimonio.-
Inauguramos con Alexis...