viernes, 24 de abril de 2009

EL VALOR DE LA ORACION COMUNITARIA

(mail mandado por Canito a la comunidad de Entretiempo & Oportunidad)
"Amigos queridos....rescate estas direcciones de mis archivos donde guardo todos los mails que mande y recibi cuando operaron a Ignacio mi hermano......queria recordarles que hoy a las 14 hs operan de un tumor en la cabeza a Delfina Woodgate, compañera de mi hija en el Colegio......Habiendo conocido y experimentado personalmente el poder y apoyo de la oracion comunitaria, les ruego que en algun momento del dia levanten los ojos al cielo y le rueguen a Dios y a la Virgen por Delfi y por los medicos que la operan...."
Un abrazo a todos
Cano

Con el mismo sentido, recemos por Franciso Ezccurra (h) primo de Héctor Ezcurra y Rosario Mazzinghi, que tuvo un gravísmo accidente en moto y está en como hace una semana.

jueves, 23 de abril de 2009

miércoles, 22 de abril de 2009

lunes, 20 de abril de 2009

LA PAZ Y EL PERDON

“Siendo tarde aquel día, el primero después del Sábado,
Y estando las puertas cerradas del lugar
donde se encontraban los discípulos, por miedo a los judíos,
vino Jesús y se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con ustedes».
Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado.
Se alegraron entonces los discípulos viendo al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío.» Y cuando dijo esto, sopló sobre ellos y les dice: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos.
Vino Jesús estando las puertas cerradas, y se presentó en medio de ellos y dijo:
«La paz con ustedes.»
Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no quieras ser incrédulo sino fiel.»
Tomás le contestó: « Señor mío y Dios mío. »
Le dice Jesús: «Porque me has visto has creído. Felices los que no vieron y creyeron.»
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre” (Jn 20, 19-29).

Contemplación
Contemplamos la paz que el Señor nos da, pidiendo la gracia de gustar su dulzura y suavidad.
En el evangelio de hoy el Señor comunica su paz personal a su comunidad para que luego difundan esta paz a todos los hombres.
La paz se hace presente y se establece
Contemplamos primero la paz que es Jesús mismo. La paz no es una cosa sino una Persona pacificada y pacificante.
El Señor resucitado, “Él es nuestra paz” (Ef 2, 14).
Jesús Resucitado es paz, se hace presente “deseando la paz”, pronunciando un saludo de paz.
Él es el que viene y entra ─ estando cerradas nuestras puertas ─ y nos da la paz.
La paz muestra sus fuentes
El modo de comunicar la paz que tiene el Señor consiste en saludar y acto seguido mostrar sus heridas y su costado. Nos muestra el lugar de su carne desde el cual brota, como un manantial, la paz. Es el lugar de las llagas, el lugar donde la paz parecía que se había perdido, el lugar abierto por la violencia.
Ayer falleció Martín, uno de nuestros comensales y uno de su grupo de la plaza me decía: “ahora descansa en paz. Porque ya sufrió mucho. Estaba hecho una miseria, todo lastimado, no se podía levantar”. Nuestro sentido común nos dice que no se pueden juntar llagas y paz. Y eso es precisamente lo que une Jesús resucitado: sus llagas y su paz. Está llagado y está en paz. “El odio ha cesado de enfurecerse contra él, su amor ha tenido un aliento más largo”, como dice Balthasar. Jesús llagado–resucitado es nuestra paz: por sus llagas fuimos sanados.
Resucitar es, pues, que de las llagas brote paz. Y no culpa ni resentimiento. Paz.
Por eso nosotros “comulgamos” con el Cuerpo y la Sangre del Señor. Con su Cuerpo llagado y resucitado. Para que nos cure nuestras llagas y su carne nos resucite y nos ponga en paz.
Para poder comulgar con las llagas que nos muestra la realidad debemos estar “sanados” y pacificados interiormente por las llagas resucitadas del Señor Jesús. Sólo contemplando sus llagas curadas podemos animarnos a mirar todas las llagas. Sólo escuchando su saludo ─ la paz esté con ustedes ─ mientras nos muestra sus llagas, podemos contemplar las llagas de los hombres nuestros hermanos sin escuchar las otras voces, las que nos perturban: las voces de la indignación (qué barbaridad!), las voces de la queja
(¿Cómo puede ser esto?), las voces de la desesperación (no lo puedo tolerar).
Solo teniendo a Jesús en los ojos y en los oídos podemos sostener la mirada sobre las llagas del mundo.
No de otra manera es que las hermanas de la Caridad lavan las llagas de los que están por morir. Una amiga que vino de estar en Calcuta un mes nos compartía la semana pasada, en la reunión de la Casa de la Bondad, que donde se lavan los enfermos hay carteles que dicen “es el Cuerpo de Cristo”. “Y se ve en tantos lados la frase que a uno se le vuelve experiencia real” –nos decía.
Esta paz básica, diríamos, brota del Cuerpo mismo del Señor, y es señal de que la Resurrección no deja lugar a ningún reproche por lo que le hicimos. El Señor preparó esto instituyendo la Eucaristía “antes” de la Pasión, haciendo ver que entregaba su Carne por nosotros estando bien. Y ahora nos muestra su Carne con las llagas curadas pero no “borradas”. Todo esto obra misteriosamente evitando cualquier movimiento de autorreferencia en nosotros, haciéndonos pender totalmente de lo que brota de Jesús, del Señorío de su libertad que no nos culpa sino que nos pone en paz. En el movimiento que fluye de sus llagas y de su costado se estrella y se diluye todo movimiento de culpa que brota de nuestras dudas y del examinarnos a nosotros mismos y a nuestras intenciones y deberes.
Definitivamente, la Carne del Señor nos pacifica el corazón. Comulgar con su Cuerpo y con su Sangre todo lo posible es la fuente “carnal” de la paz espiritual.
La paz se expande
Luego viene el segundo saludo de paz.
«La paz con ustedes.
Como el Padre me envió, también yo los envío.»
Y cuando dijo esto, sopló sobre ellos y les dice:
«Reciban el Espíritu Santo.
A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados;
a quienes se los retengan, les quedan retenidos.»
El Señor “sopla” su paz. Para que sintamos que la paz es un don que se respira. Se puede respirar por los ojos, posando sobre Jesús ─ y en Él sobre toda la realidad ─ una mirada de paz.
Se puede respirar con los oídos, haciendo silencio y escuchando el ritmo interior de la paz del Espíritu que late en lo escondido de toda realidad…
En este saludo de paz misionera, Jesús nos revela que la paz viene de la Fuente más honda, del Padre que lo envió, y también que esa paz desea extenderse más lejos, abarcarlo todo en el Espíritu, perdonando todo pecado.
De última, la paz la rompe sólo el pecado y por eso el Señor la restablece perdonando los pecados.
El problema está en que se nos ha vuelto confuso el concepto del pecado. Quizás cada uno pueda encontrar el hilo de su pecado allí donde pierde la paz. Tu pecado es lo que te quita la paz.
Y tu sacramento de la confesión es aquello en lo que el Señor te devuelve la paz.
Por ahí tiene que empezar de nuevo el que se sienta confuso en cuanto a lo que es pecado y en cuanto a la manera de confesarse.
¿Te animás a probar llamarle “pecado” a lo que te quita la paz y dejar que Jesús le llame “perdón” al hacerte sentir pacificado?
No importa que de entrada no encuentres a “eso que te quita la paz” en la “lista de los pecados” que salen en los libros de catequesis. Vos por ahí le llamás “angustia” a lo que te quita la paz. Dejá que Jesús te “perdone” la angustia (¿cómo se va a perdonar la angustia?). Y, el Señor quizás la quiera “perdonar” a su manera, mostrándote la llaga de su costado, la que se abrió en la angustia tremenda del Huerto y que ahora está convertida en Paz.
Vos por ahí le llamás “miedo” a lo que te quita la paz. Dejá que el Señor te tranquilice a su manera, con su presencia, que entre en el ámbito cerrado de tus miedos y te salude. Dejá que a esto El le llame “perdón”. (¿Se puede perdonar el miedo?) Es que el perdón no va tan solo a los efectos del pecado sino a su raíz. ¿No es el miedo a la muerte lo que nos vuelve esclavos del pecado? San Pablo dice que sí. Entonces, necesitamos ser perdonados ─pacificados, mejor ─ de ese miedo, para no dar frutos de cobardía, de borrarnos, de zafar, de mentir, de ceder…
Vos quizás le llamás dudas a lo que te quita la paz. Dejá que el Señor acalle tus dudas y te las perdone a su manera. Como perdonó las dudas de Tomás, haciéndole meter el dedo en su llaga, pero como amigo fiel, no como escéptico.
Y así, cada uno puede ir “traduciendo” pecado y perdón en el vocabulario de la inquietud y de la paz. Es un lindo trabajito de resurrección, que se puede hacer en pequeñas pausas durante la actividad. Al pasar de una cosa a otra, uno puede retardar unos momentos el cambio y examinar si está en paz o no y cómo visualiza lo que viene, si pacificante o angustiante… Y dejar que el Señor se haga presente en eso que pasó o en lo que viene y lo llene de su Paz.
Por supuesto que este ejercicio se tiene que hacer en la Fe, como le dice el Señor a Tomás. Y en el ámbito de mi familia y comunidad, para estar allí en paz con los otros y con la tarea de cuidar la paz común.
Diego Fares sj

domingo, 19 de abril de 2009

sábado, 18 de abril de 2009

viernes, 17 de abril de 2009

«Estaba ya amaneciendo cuando Jesús se presentó en la orilla»

Dios misericordioso y compasivo, amigo de los hombres (Sb 1,6)..., cuando tú hablas nada hay imposible. Incluso aquello que parece imposible a nuestro espíritu; eres tú quien das un fruto sabroso a cambio de las duras espinas de esta vida... Señor Jesucristo, aliento vital de nuestras fosas nasales (Lm 4,20) y esplendor de nuestra belleza..., luz y dador de luz, no te alegras del mal, no quieres que nadie se pierda, ni deseas jamás la muerte de nadie (Ez 18,32). No te agitas en la turbación ni estás sujeto a la cólera; tu amor es inquebrantable y duradero y no dejas de compadecerte; no abandonas nunca tu bondad. No vuelves nunca la espalda a nadie ni le giras tu rostro, sino que eres totalmente luz y voluntad de salvación. Cuando quieres perdonar, lo puedes hacer; cuando quieres curar, eres poderoso; cuando quieres vivificar, eres capaz de hacerlo, cuando quieres conceder gracia, eres generoso; cuando quieres devolver la salud, lo sabes hacer... Cuando quieres renovar, eres creador; cuando quieres resucitar, eres Dios... Cuando, incluso antes de que lo pidamos, quieres extender tu mano, nada te falta... Si quieres fortalecerme a mi que soy quebradizo, tú eres roca; si quieres darme de beber, a mi que estoy sediento, tú eres la fuente; si quieres revelar lo que está escondido, tú eres luz... Por mi salvación has luchado con fuerza... has tomado sobre tu cuerpo inocente todo el sufrimiento de los castigos que habíamos merecido para que, a la vez que eres ejemplo para nosotros, pones de manifiesto la compasión que nos tienes.
Gregorio de Narek (hacia 944-hacia 1010), monje y poeta armenio
El libro de las plegarias, nº 66

jueves, 16 de abril de 2009

CARTA DE JESUS EN ESTA PASCUA

Querido Hijo:
Fue hace algo menos de dos mil años, al amanecer de una mañana luminosa, en las afueras de Jerusalén: una fuerza impresionante se apoderó de mí, mi cuerpo sin vida se reanimó de manera misteriosa, y de pronto quedé libre de las ataduras de la muerte, y de las vendas con que me había envuelto María, mi Madre, ayudada por otras mujeres, en la tarde de aquel viernes.
La piedra que cerraba el sepulcro se corrió, y me encontré en medio de un prado, con María Magdalena, que al principio no me reconoció.
¡Es el milagro de la Resurrección!, que hoy festejamos.
Pero el milagro no acaba con la Resurrección, sino que empieza allí, y se prolonga hasta el día de hoy, 16 de Abril, en que, estando vivo, vengo a visitarte.-
Eso es lo primero que quiero que sepas:
Que soy un Dios que está vivo, y que sigo en medio de los hombres, a los que amo como solo Dios es capaz de hacerlo.
***
En este día de alegría, quiero abrir mi corazón, y quiero que abras el tuyo y me escuches.
Acá estoy, muy cerca de ti; aunque no lo notes, camino a tu lado, te cuido y te quiero; cuando trabajas, cuando descansas, cuando estás con los demás, cuando te sientes cansado, o desanimado, contento o triste, Yo estoy con vos.
Te quiero, te necesito, y confío en vos, para que juntos, vayamos construyendo la civilización del amor.
Se trata de hacer una revolución, pero de hacerla en Paz y en silencio, construyendo, a partir de pequeños gestos de amor, un mundo mejor, en el que los hombres se encuentren y se quieran como verdaderos hermanos.
Mirá: muchas cosas andan mal en el mundo, porque la gente ha dejado de escucharme, y se ha apartado de Mí.
Basta oír la radio, o ver un poco de televisión: uno encuentra por todos lados que la violencia, el egoísmo y la mentira parecen dominar el mundo.
Pero no, hay millones de personas buenas, como vos, que son mis amigos.
No tengas miedo de acercarte a Mí; Yo te espero en los Sacramentos, en la lectura de mi Palabra, en la Reconciliación y en la Eucaristía.
He querido quedarme en la Iglesia, y allí te estoy esperando.
Cuento con vos, te necesito, para sembrar el Amor a lo largo y a lo ancho del mundo.
En este día de Pascua, quería decirte estas cosas, para que tu vida empiece a cambiar.
Un abrazo,
Jesús.-

miércoles, 15 de abril de 2009

QUE ME DEJÓ LA SEMANA SANTA?

1. La Semana Santa y el valor de la comunidad:

¿Que me dejó esta semana Santa?
La gracia de haberla podido vivir en comunidad, asistiendo con mi familia (o lo que quedó de ella) a la Capilla del Marín.
Ya no tengo a mis hijas en este querido colegio, pero siento que igualmente es mi lugar de pertenencia. Y agradezco seguir vinculado a su gente, ahora através de las actividades pastorales. (Fue un gusto sentarme al lado de Elsa, durante la misa de Gloria).-
Es reconfortante sentirse acompañado. Advertir que hay otros... Y que todos, aunque con diversos estilos y preferencias, seguimos el mismo camino de la fe.-
Disfruté mucho no tener que salir la noche del sábado corriendo, luego de la celebración. Esta vez nos quedarnos en el agape, con la misma gente con la que vivimos y compartimos toda la semana. Y fue muy bueno.-
Sillas de plástico en el jardín. Charla con amigos. Puchito largamente esperado. Y sobre todo, alegría contagiosa que brota del corazón por darnos a Jesús resuscitado.
Y cuando uno está alegre, no quiere que se le pase. La alegría quiere continuarse y de hecho se extendió a la comida del domingo, en la generosa mesa de los Oliva, anfitriones que te hacen sentir como en casa.
Muchas veces me he preguntado. ¿Que pasa con estos "amigos nuevos"? Conocidos por la gracia de Dios, a partir del entretiempo. ¿Porque está necesidad de vernos y estar juntos?
La respuesta que antes vislumbraba, la ratifiqué estos días, rezando juntos y preparando la Pascua a partir del miércoles de ceniza, durante las reuniones o alianzas de los martes y la convivencia en el campo de Marcelo Puiggari.-
Es que la alegría de compartir la Fe extiende la Alianza de Dios, formando a su vez alianzas humanas.
Porque compartir la fe compromete y crea vínculos muy fuertes. Se comparten intimidades, se ponen en común experiencias de oración, estilos de educación, se comparte a la familia toda.-

2. La Semana Santa y el matrimonio:

La Semana Santa estuvo para mi y para Rosario, muy influenciada por el festejo de nuestros 25 años de casados.-
Fui analizado mi matrimonio desde el ángulo de la Pascua, reconociéndolo también como un "paso" fundamental en mi vida.- No diría que fue el cruce del Mar Rojo sino, en todo caso, el más modesto paso de la Gral Paz.-
Decía cuando me hicieron hablar en el brindis, cosa que detesto, igual que chocar las copas, que con Rosario nos habían resultado extremadamente fáciles estos primeros 25 años.-
Y después de haberlo meditado durante toda esta semana, creo definitivamente que ello fue así.
Pude advertir como la mano de Dios estuvo presente en toda nuestra historia como novios, esposos y padres.
Y el único mérito que nos podríamos adjudicar, fue que supimos reconocer la presencia extraordinariamente cercana de Jesús, en nuestra familia. Y que esa circunstancia se dio naturalmente, como una continuidad de lo que fueron nuestras vidas antes de casarnos.
En efecto, la transmisión de la fe de nuestros padres, la vida familiar con nuestros hermanos (ambos vivimos en cada casa experiencias muy parecidas) fueron signadas por una presencia muy fuerte de Jesús.-
Y esto lo percibí con una visión renovada, y lo agradecí especialmente en esta Semana Santa.

3. Absorber o hacerme más digerible?.

Me hizo pensar mucho la homilía del viernes santo que se relacionó obviamente con la cruz y en la que nuevamente se hizo alusión al matrimonio.-
Me hizo pensar en mi matrimonio y en los matrimonios que me sirven de ejemplo.
En la Misa del jueves, me impactó la frase: "nadie dijo que había que amar al otro por ser perfecto". Y al relacionarla con la Pasión, Georgie nos explicaba que Jesús la asume, como quien responde al amor del padre y absorbe el pecado nuestro. Y que por eso, "nosotros estamos llamados también a absorber en parte, el mal del otro".-
Esta es una idea muy fuerte y muy reveladora, que cobra un interés especial, si se la mira desde el ángulo matrimonial.
¿Si en vez de pensar en lo que yo tengo que absorber de mi mujer, trato de hacerle mas digerible mi propia persona?. Que lo malo que el otro tenga que absorver de mí, sea lo menor indispensable.-
O dicho de otra manera... Así como el principal ayuno de la Pascua es el ayuno de uno mismo... ¿podríamos extender esto al ámbito matrimonial, para provocar que el otro ayune un poquito de mis miserias?.-
Y de allí, salté a filosofar sobre el entretiempo... Vivir esta Pascua como un entretiempo o una oportunidad de cambiar.
Así como durante la primera etapa de nuestra vida desde la adolescencia hasta la madurez, estamos tratando de delinear y formar una personalidad. En la segunda mitad sufrimos al menos dos crisis: Una particular que es reconocer lo que somos y ya no podemos modificar. Y otra matrimonial, que radica en la cargosa necesidad de imponer al otro la aceptación de nuestro carácter.-
Me refiero a la aceptación de nuestras manías, de nuestras actitudes estereotipadas, que muchas veces responden a la imagen que nos creamos de nosotros mismos.-
Sobre este segundo aspecto, sintetizado en el "bancátela, yo soy así", se abre un campo muy fertil de trabajo.
Y no se si será que me dura la alegría de la Pascua? Pero pienso que todavía estoy a tiempo de modificar algunas conductas, para no llegar a ser un viejo insoportable.-
Un abrazo y felices Pascuas para todos.-
ESTEBAN M. MAZZINGHI

sábado, 11 de abril de 2009

martes, 7 de abril de 2009

BODAS DE PLATA


Hoy 7 de abril cumplen 25 años de casados ESTEBAN Y ROSARIO MAZZINGHI.
Lo celebrarán con una Misa en la Capilla del Marín a las 19.30 hs.-
Los esperamos !!!

miércoles, 1 de abril de 2009