Gonzalo, “Goma”, fue un luchador. La pronta ida de sus hermanos, Mariana y poco después, Miguel, ambos más jóvenes que él al tiempo de la partida, hicieron que el tema “muerte”, sea algo evidentemente no resuelto y que le infundía mucho temor.
Estuvo perdido pero nunca dejo de buscar. Era calido y escuchador, dueño de un humor muy especial; nos hacia reír.
Hace poco, en marzo del año pasado, participo del Entretiempo, un Retiro que para todos fue muy significativo e inolvidable. “Goma”, estaba cambiando; últimamente era otra persona; con otra mirada, con otra perspectiva. Sus miedos se estaban disipando. Había en él una suerte de “renacer”; un reencuentro espiritual. Tenía plena confianza en Dios y se dejo caer en sus brazos.
Casualmente, en el Evangelio del domingo, el mismo día en que se nos fue, Lucas nos relata: “Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo”.
“Goma” estaba preparado; se estaba ocupando de ello cuando llego súbitamente el Señor y se lo llevo con Él para celebrar la gran fiesta.
Se nos fue tempranito; es un dolor muy grande y quizás nos cueste encontrar alguna explicación racional. Pues no la hay, sabemos que no la hay. Su corazón esta en el Cielo, a donde hoy necesariamente estaremos todos mirando. “Goma” se fue en un buen momento de su vida y ello, de alguna manera, nos llena de esperanza y consuelo. Recemos; recemos mucho por él, por Ceci, su mujer y por Rocío, Martina, Pili y Luli, sus cinco encantadoras mujeres con quienes compartió su vida terrenal.
Héctor R. Cano
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