lunes, 29 de septiembre de 2008

UN MAL QUE NOS ESTÁ MATANDO... (Carta Pastoral)



LA ADICCION A LA DROGA Y AL JUEGO.
Las estadísticas nos hablan de un consumo cada vez más precoz y masivo de drogas y alcohol... Nuestro país hace tiempo que dejó de ser un país de tránisto para transformarse en un lugar de alto consumo de sustancias tóxicas.-
En una misión se le preguntaba a la gente por sus mayores preocupaciones, y al tope de la lista de respuestas estaba: "que mi hijo/a no caiga en la droga"...
A-dicto es el que no dice. El que no se comunica. Los adictos nos refieren su experiencia de profunda soledad, su vacío.
Así entre las cosas que generan nuestros vacíos, está la falta de comunicación en la que vivimos.
En estos tiempos paradójicamente hipercomunicados, nos falta comunicación en las familias, en las escuelas en las comunidades. El apuro, las exigencias, el vértigo cotidiano, nos llevan a dejar de escuchar, de escucharnos a nosotros mismos y de escuchar a los demás.
Evidentemente no me refiero a la mera transmisión de datos, sino a la comunicación cordial y profunda que nos impulsa a compartir con otras personas, pensamientos, sentimientos.-
Como pre requisito, tiene que haber comunicación con nosotros mismos, lo cual implica una escucha a nuestros pensamientos, sentimientos, incluso a nuestro cuerpo, ya que muchas veces las enfermedades nos están marcando algo que tenemos que hacer o dejar de hacer.-
Y al principio y al final del proceso, obviamente, está nuestra relación con Dios. Nosotros como creyentes sabemos cuan importante es esta dimensión para nuestra salud y felicidad, y cómo cambia la vida, contar con una relación cordial y fluída con el Señor.-
Si tenemos padres y madres que escuchen, docentes que escuchen, animadores de comunidades que escuchen, dirigentes, políticos, sociales, y religiosos que escuchen, nuestros jóvenes podrán comunicarse, podrán decir lo que piensan y sienten, y podremos ayudarlos. Habrá mucho menos a-dictos.-
En nuestra época, hablar del mal no tiene buena prensa. Nos olvidamos que este es un tema presente en la prédica de Jesús.
Debemos estar alertas sobre los peligros exteriores, pero el mal no sucede solamente afuera nuestro, sucede en nuestro propio corazón, y allí es donde debe haber una actitud vigilante.
Los especialistas en el tema afirman que quien empieza a consumir drogas, alcohol, juego etc. hasta transformarse en un adicto, más allá de un contacto casual, siguió adelante porque hubo un vacío que se quiso llenar con aquello que se consume.
Juan Pablo II habló del vacío existencial que se quiere satisfacer con la adicción.
Todos tenemos nuestros vacíos, por las limitaciones intrínsecas que tiena la vida y por nuestras propias heridas. ¿Que hacemos con ellos? ¿Los vemos? ¿O los negamos y entonces a la larga nos manejan?.
Si los vemos. ¿Con qué los estamos llenando? ¿Con comida, alcohol, tele, drogas, juego, sexo, personas o relaciones tóxicas, trabajo?
Algunas de estas cosas son malas aun en pequeñas dósis, pero otras son excelentes en su medida, solo que ellas solas no alcanzan para responder al sentido de nuestras vidas.-
Vencer el mal a fuerza de bien como dice Pablo (ver Rom. 12,21) será la estrategia principal, pero ¿Cómo?.
Lo primero será conocer la realidad para dimensionar ¿a qué nos estamos enfrentando?.
Lo segundo es trabajar con las consecuencias, ayudar a quienes ya son adictos, apoyando a las ONG o instituciones que trabajen en este sentido, alertarnos unos a otros sobre la venta de drogas, hablar con los jóvenes sobre el tema, trabajar para evitar la tolerancia social creciente, sobre el consumo de drogas.
Lo tercero es actuar sobre las causas que conducen a llevar conductas adictivas de cualquier tipo, que es un trabajo de educación y prevención más profundo que solo hablar de la maldad del juego del alcohol, o de las drogas (lo cual también hay que hacerlo,)pero yendo más allá, es decir preguntarse ¿porqué las personas se autodestruyen por estos medios? ¿Que es lo que nos lleva a desarrollar una adicción?
Lo cuarto, influir sobre nuestros representantes para concretar políticas públicas con las que se pueda enfrentar esos flagelos legalmente y con eficacia.-
En defintiva el camino cristiano es también un camino de sanación que nos devuelve nuestra plena libertad de los hijos de Dios...
Termino con una bendición especial para las familias que tienen algún miembro padeciendo una adicción... Mons. Jorge Casaretto. Obispo de San Isidro, septiembre de 2008.-

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