lunes, 15 de diciembre de 2008

ESTAMOS A TIEMPO...

Se acerca la Navidad...
Por eso, las calles se llenan de gente que camina con grandes bolsas,
y los taxis trabajan algo mejor en estos días, a pesar de la crisis.-

Se acerca la Navidad. Por eso las revistas nos traen a toda página, unas papanoeles de 24 años, que sonríen semidesnudas ofreciendo vaya a saber uno qué cosa,
y los diarios anuncian que en Coto, por una compra de más de 100 pesos, te hacen una rebaja del 15 %, y en Carrefour, llevando un electrodoméstico, te regalan dos botellas de sidra "La Victoria".

Se acerca la Navidad. Y un montón de nueras se complican
ante la necesidad de tener que invitar a comer, el 24, a otro montón de suegras (o viceversa),
y una multitud de personas que no han sido capaces de reconciliarse durante todo el año,
se juntarán para intentar una vez más, parecer una familia.

Se acerca la Navidad. Y cientos de chicos comprarán decenas de cañitas voladoras y de petardos, y la Unión de comerciantes anunciará que las ventas han disminuido casi un 20 %, respecto de la Navidad del año pasado. Y el gobierno desmentirá los aumentos y la inflación.-

Pero yo pienso que Jesús no debe estar pendiente de estas
estadísticas, no creo que le importen demasiado los números del
comercio, ni los regalos, ni la venta de champagne o de turrón (algo ridículo con este calor...).-

Jesús ve que su Fiesta se ha distorsionado mucho,
que su venida al mundo pasa mayormente desapercibida en el corazón de los hombres,
que lo que El quiere decirnos, -a vos y a mi- aparece como sepultado en una avalancha de anuncios publicitarios, de corridas y de ventas, de comidas abundantes y bebidas excesivas, que nos dejan abotagados...

Jesús espera, desde su precaria cuna, que alguien se acerque a mirarlo,
a estar, aunque sea unos minutos, con El.

Que se acerque, como se acercaron aquellos primeros pastores,
y se quedaron a su lado admirando el misterio de esa noche única,
al lado de ese Dios hecho hombre, en el cual decimos que creemos,
pero no terminamos de creer de verdad.

En esta Navidad, una vez más, Jesús me espera,
y te espera a vos también.

Estamos a tiempo de decirle, una vez más, que lo queremos,
que en medio de tanto ruido, nos hace de verdad, felices, que El haya venido.
Agradecerle pues que se haya hecho uno de nosotros, para caminar a nuestro lado,
para luego redimirnos muriendo, por vos y por mi, en una Cruz.

Estamos a tiempo de aprovechar estos pocos días que quedan, para rezar un poco más,
para pedir, con sencillez, a Dios, por tantas y tantas cosas que necesitamos,
por tantos hermanos nuestros que están sufriendo, y por nosotros mismos.-

Estamos a tiempo para hacer un poco de silencio, y quedarnos mirando el Pesebre,
que es pura enseñanza desde donde nuestra vida, puede empezar a cambiar.
(porque, al fin y al cabo, Jesús vino a eso, a cambiar nuestras vidas, y nosotros no queremos enterarnos...)

Estamos a tiempo para pedir perdón, delante de Jesús recién nacido,
por nuestros pecados concretos,
por nuestra soberbia, nuestra pereza, y nuestra sensualidad;
para pedirle a Dios que nos llene el corazón de humildad y de alegría,
que nos haga generosos y sencillos, hombres y mujeres que siembran la paz,
en un mundo lleno de guerras (de las grandes, y de las "chiquitas"...)

Estamos a tiempo de reencontrarnos, delante del Niño Dios,
con aquellos con los que estábamos distanciados;
a tiempo de entender que el mensaje central que Jesús trajo a la tierra, consiste en que
estamos llamados a amarnos, de verdad, unos a otros.

Es decir, llamados a querernos, a perdonarnos, a ayudarnos,
a solidarizarnos con nuestros hermanos,
sobre todos con aquellos que están más solos, o que son más débiles,
o que son más pobres, material o espiritualmente (hay millones, a nuestro alrededor...)

Estamos a tiempo de preguntarnos
si vamos a tomarnos el Evangelio en serio,
si estamos dispuestos a vivir, de verdad, cristianamente, a caminar por la vida junto a Dios,
a abandonar este ligero y aburguesado "barniz cristiano”.

Jesús, desde el Pesebre, nos sonríe, y nos tira los brazos;
porque nos quiere y confía en nosotros, nuevamente, en esta Navidad.

Espera, en este nuevo cumpleaños suyo, el regalo de nuestra respuesta sincera.

Ese ha de ser nuestro regalo. Y estamos a tiempo.

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