martes, 18 de mayo de 2010

MISION DEL BICENTENARIO


“MIENTRAS LOS BENDECÍA, IBA SUBIENDO AL CIELO”

Lc 24, 46 – 53

Durante estos cuarenta días pascuales nos habíamos acostumbrado a la presencia luminosa de Jesús resucitado dándonos alegría y paz. Ahora volviendo Jesús a su casa del cielo podemos sentir añoranza por su ausencia visible. Sin embargo, seguirá estando con nosotros su presencia en medio de la Iglesia y en el corazón de cada uno, por medio de su Espíritu. El Señor Jesús asciende al cielo y le presenta al Padre el botín de su victoria que es su cuerpo humano glorificado que aún lleva las marcas transfiguradas de su dolor. Desde este día hay algo nuestro enclavado para siempre en la Trinidad.
A nosotros lejos de quedarnos mirando al cielo, añorando un pasado mejor que nos saque de la realidad, el Señor ascendiendo al cielo, nos invita a ir sembrando desde ahora el reino que tendrá su consumación cuando podamos encontrarnos con Él en plenitud en el abrazo definitivo que nos reunirá con Cristo en el corazón del Padre.
Además en este tiempo nos deja a los argentinos una especial responsabilidad: Al comenzar un cumpleaños tan importante de nuestra patria que se nos ha regalado como un don, asumimos con esperanza el desafío de construir juntos la nación. En todo cumpleaños agradecemos la existencia y al mismo tiempo miramos en el horizonte la enorme deuda que nos queda. “Nuestra deuda social, dicen los obispos, es también una deuda existencial de crisis del sentido de la vida: se puede legítimamente pensar que la suerte de la humanidad está en manos de quienes sepan dar razones para vivir” (Ct Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad Nº 25).
Que la fuerza del Espíritu que nos enviará desde el cielo nos transforme en misioneros de una Nueva Vida.
Mons. Oscar Ojea
Obispo Coadjutor de San Isidro

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