viernes, 6 de noviembre de 2009

QUE ES PERSEVERAR ?



Perseverar - Permanecer

Entretiempo y Oportunidad, comunidad en crecimiento, hombres y mujeres en la mitad de la vida. Unos desde el inicio, los que se fueron sumando, hay quienes participan circunstancialmente, otros por primera vez. Todos formamos parte de la Iglesia que camina al Padre.

Nos encontramos en Presencia de Jesús, adorándolo, alabándolo, contemplándolo, implorándole, agradeciéndole o simplemente estando, en este espacio y este tiempo que llamamos “perseverancia”.

La etimología de esta palabra viene del latín, persevērantĭa, y se define como la acción y el efecto de mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión, acción, creencia, postura, propósito. Intrínsecamente relacionada con “permanecer”.

¿Qué buscamos?

Permanecer en Cristo, fieles a su Amor gratuito y misericordioso.

Pedirle al Señor este don, que nuestro “permanecer en la fe” esté determinado por una decisión actual, lúcida, apasionada, consciente, gozosa, LIBRE. La auténtica fidelidad no es la que sólo nos permite movimientos limitados y controlados, sino la que nos invita a conocer la Verdad, a ejercer sin miedo la libertad, la que nos impulsa a permanecer “en Cristo”. “El que permanece un mí, y yo en él, da mucho fruto” Jn 15, 5.

La carta de san Pablo a los Filipenses es la epístola más personal que escribió a una comunidad. Pablo llega a Filipos en el año 50 d. C. y predica el mensaje de Jesucristo, en una ciudad con un importante crisol religioso. Fue la primera comunidad a la que dio vida en Europa, por la cual tenía especial cariño. Pablo escribe estas cartas desde la prisión, probablemente en Éfeso.

La carrera del cristiano

“Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia delante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.

Así debemos pensar los que somos maduros; y si en alguna cosa ustedes piensan lo contrario, Dios los iluminará. De todas maneras, cualquiera sea el punto adonde hayamos llegado, sigamos por el mismo camino.”

Flp 3, 12-16

Pablo deja atrás una manera de vivir que no dio fruto. Algo que caracteriza profundamente su vida es la presencia y centralidad de Cristo. Desde su conversión, cuando recibe la revelación de Jesús en el camino de Damasco, será un apasionado “en Cristo”. Este encuentro le hizo levantar la mirada hacia donde lo esperaba la meta: alcanzar a Dios. Nos dice: permanezcan firmes en lo que verdaderamente los sostiene.

San Agustín define la libertad como “la capacidad de elegir los medios que me conducen al fin.”

¿Cuál es mi fin, mi meta? ¿Con qué medios cuento en mi camino, mi Damasco?

¿Quiero, me dispongo a ser alcanzado por Cristo?

¿Será posible perseverar?

Permanecer en … La alegría espiritual

“Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.”

Flp 4, 4-7.

Resulta sorprendente que san Pablo hable tan insistentemente de la alegría cuando la carta fuera escrita en una situación tan desoladora. La alegría por la fe y la redención era mayor que todas las tribulaciones exteriores. Irradia la fascinante experiencia que cambió su vida y lo llenó de profunda alegría, incluso con su cautiverio y sufrimiento. En la cárcel, Pablo no se preocupa por sí mismo, nos permite saber de su lucha personal y su espera por el desenlace, pero no dejó que lo arrastrara el miedo, se sabía lleno de fe y confianza.

Esta carta puede fortalecer en todas las épocas nuestra fe, ampliar nuestra mirada al misterio de Jesucristo y despertar a una alegría más fuerte que el desconsuelo de la propia historia, de nuestro tiempo. Y es a la vez una propuesta: vivir con libertad interior la experiencia y la certeza del amor y la redención, en medio de un mundo hostil. Dios nos promete la vida eterna más que una existencia maravillosa.

Pero, ¿puede alguien alegrase por decreto?

No podemos modificar lo que irradiamos con un simple acto de voluntad. Sí podemos tomar conciencia de los sentimientos que determinan nuestro interior y permitimos que crezcan: el enojo, el rencor, la amargura, los celos, las envidias. Mirar hondo, para dar a la alegría la oportunidad de ensancharse en la esperanza de una interioridad habitada por Dios.

¡Qué misterio nuestro corazón, que tantas veces está más dispuesto para sufrir que para gozar, más habituado a la tristeza que a la alegría! Y es que en realidad, el disponerse para el gozo no es tan sencillo. Nos cuesta salir de la “caverna de los dolores – como dice von Balthasar- y saltar a la luz del gozo.” Se nos hace más seguro quedar rumiando tristezas viejas o auto alimentadas que correr el riesgo de apostar a la alegría. Hay que disponer el corazón, en primer lugar saliendo del propio egoísmo. Descentrarnos y poner sólo a Dios en el centro.

Buceando en mi interior, ¿encuentro en mi vida razones para la alegría?

¿Será saliendo de uno mismo, lanzados a Dios y a nuestro prójimo donde encontramos la sanadora gracia de tener porqué, por quién y a quién agradecer?


Permanecer … agradeciendo

La gratitud es la memoria del corazón

Los dones de Dios no tienen fecha, siempre tienen la frescura del HOY, del instante. La vida no me fue concedida hace ….. años: se me regala en este momento. La fe no pertenece a un tiempo lejano, hoy, en esta circunstancia particular, Dios me regala la gracia de creer. La presencia insustituible de aquella o aquellas personas importantes en mi vida (marido, mujer, hijos, amigos, sacerdote) no son un derecho adquirido en mi existencia. Se me conceden día a día. No están allí siempre, “aparecen” una y otra vez. Mis dones, no son una herencia que recibí una vez y no se pueden cuestionar porque son parte de mí ser: son inmerecidos en esta hora concreta, una decisión y un regalo gratuito de Su infinito amor. El Padre, que me reconoció como hijo en el Bautismo, renueva Su paternidad en este momento. La salud, ¿continúa o me es dada continuamente? ¿Podríamos decir que somos curados, como los diez leprosos, cada día? Todo comienza, se inicia en este nuevo día.. TODO ES GRACIA, milagro (no por obligación, no por descontado) en la improvisación de lo cotidiano. La sucesión que percibimos monótona de los días y de los años es en realidad el suceder de acontecimientos milagrosos, de cosas sensacionales. ¿Celebro la vida, los dones, las personas que me han sido dadas?

Si pudiéramos agradecer cada día todo esto, ¿hablaríamos de rutina alienante? Entonces, el “gracias” no es simplemente por el pasado, sino por el presente, con todo lo que nos cuesta, nuestras cruces, debilidades, tristezas, más que a pesar de ellas. Es el camino al Padre. El agradecimiento, entonces, es una restitución que continúa, porque el don continúa. Es aceptar gozosamente que mi vida está unida a Otro, y a tantos otros.

¿Cómo?

Perseverando… en la oración de la Iglesia

Decir “gracias”, pedir al Padre lo que necesitamos a través de la oración es la manera de seguir, de perseverar. La oración del corazón es el camino por el que permaneciendo puedo experimentar la alegría serena de saberme habitado por Jesús. Es la forma que nos regala para escucharnos y escucharlo.

La oración es la que actualiza nuestro ser Templos del Espíritu, habitados por Dios. Y esta oración siempre es parte de la oración de la Iglesia: ella, animada por el Espíritu Santo, ora como el Hijo Jesucristo: de cara al Padre.

Perseverar en la oración de la Iglesia es dejar que el Espíritu sople y nos mueva, nos enseñe y eduque, nos geste la comunión fraterna y nos una. Por la acción fecundante del Espíritu, el ser humano llega a límites insospechados, que no podría alcanzar por sí mismo: el perdón y la unidad en el amor. Perseverar en esta oración es exponer el rostro del corazón a la suave brisa del Espíritu, para dejarnos guiar a las cosas santas y gustarlas cada vez más.

“La oración ensancha el corazón, hasta hacerlo capaz de contener el don de Dios. Sin Él no podemos nada. Busquen y pidan. Si oramos, creemos. Si creemos, amaremos. Si amamos, serviremos. Madre Teresa de Calcuta.

Pidamos permanecer, perseverar en la fe, el amor, la esperanza, la caridad, la humildad, la prudencia, el servicio. La lista continúa. Cada uno sabe…

Recemos unos por otros… agradeciendo y pidiendo esta semana especialmente por los que hicieron los retiros, por todos los jóvenes que se van a confirmar el próximo viernes, para que sean dóciles a la gracia del Espíritu de Dios y les conceda permanecer en la fe.

Recemos por las intenciones de los que nos rodean, pidiendo con entrega y confianza que Dios se ocupe de las nuestras…

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