viernes, 25 de septiembre de 2009

MEDITANDO LOS MISTERIOS DEL ROSARIO


2º Misterio Gozoso:

La Visitación (de María a su prima Santa Isabel).

(Lucas 1, 39-43)
“En aquellos días, se levanto María y se fue con prontitud a la
región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías
y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo
de María, saltó de gozo el niño en su seno,
e Isabel quedó llena
del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; y ¿de donde a mí
que la madre de mi Señor venga a visitarme?”

Evidentemente quien visita se pone en movimiento. Es decir, se trata de una actitud activa: dejar la comodidad de lo propio, abandonar por un momento nuestras cosas y casas, para disponer lo necesario y entregarle al visitado nuestro tiempo, regalarle nuestra presencia. Salir de nuestra interioridad para ir en busca del otro.

Es obvio que las circunstancias de tiempo y lugar del pasaje que contemplamos no eran las actuales. Una visita a otro pueblo en la época de María no se hacía por la Panamericana, en un auto japonés con aire acondicionado.-

Nosotros, para no hacer semejante periplo en las mismas condiciones que María, hubiéramos tenido a mano un millar de excusas.

Hay una segunda nota que se me ocurre interesante escudriñar y es la diferencia entre visitante o invitado. Si bien entre ambos puede haber una relación de género a especie, yo diría que el invitado no es un mero visitante.

El primero es alguien que llega munido de ciertas credenciales: "Llego porque me han llamado".

El visitante en cambio, es quien hace la movida por un impulso propio. De allí la frase "caer de visita", no aplicable a quien ha sido invitado con todas las de la ley.

Hay cierta tensión en el visitante, referida a cómo caerá la imposición de su presencia.

Hay un acto voluntario en el visitar. Mientras que el invitado puede o no concurrir, y hacerlo de gusto o de compromiso. ¿Cuantas veces nos han invitado a un casamiento o a un retiro al que vamos arrastrando los pies?

La visita lleva ínsita una clara demostración de interés, lo que, sin embargo, no quita la posibilidad de que se trate de una visita interesada. Pero aun la visita interesada, no deja de tener estas notas: voluntariedad, movimiento, interés por el otro.-

Siempre me pregunté el porqué de contemplar este misterio. De todas las cosas importantes que le pueden haber sucedido a la madre de Dios durante su vida... ¿porque resaltar una visita a una prima?.-

Se trata de un hecho común y corriente. Nada destacado. ¿Porqué recordarlo y rezarlo?

Intento darme una respuesta:

María acababa de recibir también una visita inesperada. Ya lo contemplamos en el misterio anterior. Una visita y un anuncio inesperado.-

Y lo primero que ella hace (el pasaje de Lucas dice "prontamente") es querer compartir ese anuncio con alguien -con quien se entiende- tenía una relación de mucha confianza y con la que seguramente se sentía muy contenida.-

Tal como nos pasa a nosotros, cuando somos partícipes de un evento extraordinario y gozoso, lo necesitamos compartir -casi de inmediato- con quienes más queremos.

Nada más feo que ser portador de una buenísima noticia y tener que mantenerla en el secreto de nuestro corazón.-

Si es algo tan bueno, lo que nos nace es hacer partícipes a los demás de eso tan bueno que nos pasa.-

Ninguno de nosotros está embarazado del hijo de Dios, pero todos los bautizados estamos prendados de su amor.

El anuncio del ángel que motivó la posterior visita fue: "vas a ser la madre de Jesús". El anuncio a nosotros por el bautismo es que somos hijos de Dios.-

Se me ocurre pensar en la tarea apostólica como una obligación de visitar. Tarea que sí o sí por mandato expreso de Dios, debemos realizar nosotros elegidos por él, aún con todas nuestras imperfecciones (es lo que hay).

Y esa tarea de visitar, implica igual que María, ponernos rápidamente en acción, como portadores de la buena noticia. Y así, ir puerta por puerta, con prisa y sin pausa, diciéndole a los visitados, a toda la gente, especialmente a los que no nos invitan, que consideren la gracia muchas veces desaprovechada de sentirse hijos de Dios.

En esto me he puesto a pensar muchas veces antes de la convocatoria de cada retiro.-

Me imagino que en cada retiro de entretiempo, y con cada persona que se acerca a confesarse con Georgie (es también lo que hay), se produce ese "salto del niño en el seno de su madre".

Ya se que en el pasaje el que saltó de gozo fue el hijo de Isabel. Pero yo, de todas formas, me lo imagino a Jesús saltando de alegría, cada vez que una visita de este tipo llega a calar en el corazón de nuestros hermanos.-

Esto te pido Señor: Que no me canse de visitar a los que esperan la buena noticia

Por Esteban M. Mazzinghi.-

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