lunes, 25 de abril de 2011

Semana Santa: escapar o dejarse atrapar

Desde hace meses, en todo diario o revista, en cada cartelera de una agencia de turismo, podíamos ver todo tipo de propuestas para "los feriados de Semana Santa". Las promociones ofrecían sol, descanso, desconectarse, "spas" para mimarse el cuerpo, diversión y placer. Y muchos se ilusionaron con semejantes atractivos y allá fueron.

   Otros hemos sido más afortunados: en cierto sentido viajamos a Jerusalén, la Jerusalén del año 33 de nuestra era.
   Uno, cuando alguien querido en la familia sufre, agoniza, o muere, quiere estar cerca, acompañándolo, rodeado de los suyos. ¡Y ni hablar si resucitara!
   Teniendo la gracia enorme de experimentar una pertenencia a una comunidad en la Iglesia, sintiéndonos parte de la gran "familia" de Jesús, fuimos varios (muchísimos, en realidad) los que no quisimos estar lejos durante estos "eventos familiares" trascendentes, en los cuales Cristo, a lo largo de esta intensa semana iniciada el Domingo de Ramos, preparó su Pascua, sufrió su Pasión y vivió su Resurrección. Y menos quisimos perdernos la gracia que Él fue derramando, (pródigamente, como suele hacerlo), mientras caminábamos a su lado, sufriendo con Él primero, y festejando después. No fue difícil la decisión de estar, porque lo hemos vivido cada año, y cada año es mejor.

   Los afortunados no sólo estuvimos pasivamente: también participamos, trabajamos, nos esforzamos, compartimos y disfrutamos. Experimentamos la alegría de comprobar cómo funciona esta gracia en la Iglesia, que permite que, unidos por y en el Señor, lo que puede aportar cada uno, la suma "a la canasta" de nuestras pobrezas, talentos, limitaciones y virtudes, todo va sumando para que el Espíritu Santo genere un resultado que, sólo por gracia, excede siempre las previsiones, (como suele pasar también en los retiros, o con la comida del festejo que sigue a la Vigilia Pascual).
   No tiene precio que uno pueda llegar a pensar, un Viernes Santo, en ayunas y mal dormido: "No me cambio por nadie, acá es donde yo hoy tengo y quiero estar, en este momento, para mí es el mejor lugar en todo el mundo, el que me hace más feliz". Sobre todo después de pensar, con pena, varias veces en estos días intensos y jugosos, en personas concretas, cercanas y queridas, que se pierden de vivir cosas así, por "aprovechar estos días feriados" para hacerse "una escapada a Uruguay, al Norte, al campo", o decisiones similares. No puedo evitar que me venga a la mente ese pasaje: "Ríos de lágrimas brotaron de mis ojos, porque no se cumple tu ley" (S.119, 136). Y, honestamente, lo digo sin fariseísmo, porque sé que no soy mejor que ninguno de ellos, ni me jacto de nada, porque si yo recibo todo esto, sin merecerlo, es sólo porque soy más bendecido, nada más. Y no sé si hay forma de saber por qué pareciera que a Dios le da por bendecir más a unos que a otros. Sobre todo cuando uno quisiera que aquellas personas que uno quiere, vivan también las cosas buenas que uno vive. (Y mientras no las viven, para que alguna vez lleguen a hacerlo, siempre contamos con la la oración.)

  Por otro lado, ¿para qué "escapar" si Él me anda buscando? ¿Para qué, si lo que quiero es que Él me encuentre y me atrape para siempre en su Redención y Resurrección?: "Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de Vida eterna.", (Jn 6, 68). ¿Para que escaparme si justamente, yo también Lo busco? ¿Qué montaña majestuosa, hotel de lujo, crucero, espléndidos paisajes o fantástica playa me darían la Vida, (con mayúscula)?
   Las "escapadas" me prometen sol, y yo quiero que me ilumine "el sol que viene de lo alto" (Lc.1, 78-79).
   Me invitan al descanso, pero el Buen Pastor "me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas" (Salmo 23, 2-3).
   Me ilusionan con la posibilidad de desconectarme, y yo se que mi vida es más plena y gozosa, si vivo en íntima conexión con Él, con los demás y con mi realidad.
   Me ofrecen mimarme el cuerpo, cuando necesito que alguien me renueve el alma y el corazón.
   Me tientan con diversión, y lo que yo necesito es conversión.
   Me aseguran placer, cuando yo, lo que en última instancia quiero, es la paz y la felicidad.

  ¡Qué gracia enorme es la Comunión: el compartir estos días con otros que también están buscando a Cristo, el único que puede dar un sentido, una redención y una Vida, que ninguna "escapada", ni ninguna otra persona, en todo el mundo, ni en toda la historia, pueden engañosamente prometer!

   Créanle a Mamerto Menapace cuando dice que "Dios es buen pagador". Es verdad y nosotros lo hemos comprobado: aún comparando con las Semanas Santas en que las pasábamos en un campo, hacíamos cruceros a vela o nos íbamos a la playa en Uruguay, nunca en mi vida pasé una Semana Santa mejor que esta, (pese a que van varios años que digo lo mismo, y siempre la siguiente la supera con creces).

   El año que viene, si Ud. nunca vivió algo así, anímese a intentarlo. Aproveche para "escaparse" los numerosos fines de semana largos del año, pero no desaproveche la oportunidad de estar durante la Semana Santa, "atrapado" por el amor incondicional de Jesús, "en su casa", con "sus hermanos en Cristo": en su lugar de pertenencia dentro de la Iglesia, (y si no lo tiene, búsquelo hoy mismo: "Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá". Mt. 7, 8). Apueste a estar junto al Redentor en esos días tan especiales, tan desbordantes de gracia, porque Él lo estará esperando. No olvide que realmente "Dios es buen pagador": nunca se va a arrepentir de prestarle su tiempo y su presencia. Ya lo verá.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

BRI-LLAN-TE.
Me encantó la frescura; palabras desde una alma reconciliada que se anima a contarnos cómo le fue en la Semana Santa.
Me alegro haber hecho la misma opción que Vos, ya que experimenté lo mismo, aún cuando ciertas cosas las vi más claro gracias a tus palabras. Gracias!
y FELIZ PASCUA, gente buena!!!
P.Georgie

Luis Sánchez dijo...

Qué buen aporte! Poner en palabras lo que se puede vivir en forma real y tangible en semana Santa.
Feliz Pascua!

Esteban dijo...

Excelente resumen de lo que todos, los que elegimos quedarnos, en gran medida vivimos y sentimos durante la SS.
Está bueno ponerlo en palabras, a veces hay que decirlo, sino parece que tenemos mala fama y que nadie nos invita a ningún campo el fin de semana. JODER !!! NOS QUEDAMOS PORQUE QUEREMOS !!!!

Anónimo dijo...

Comparto tanto esas líneas!
Está muy bueno esto de la mitad de la vida.
Antes era para afuera, vacaciones, ruta, campo, alejarse...
Hoy es para adentro, me quedo, me miro, me emociono, me entrego, que obre....
Y lo disfruto. Con los míos. Que es una dimensión superior.
Lo digo siempre. Los caminos del Señor son misteriosos. Nos conducen por senderos que no conocemos jamás. Gracias por dejarme compartir este tramo del camino con ustedes.
Abrazo
Julio M.