viernes, 9 de octubre de 2009

MEDITANDO LOS MISTERIOS DEL ROSARIO

QUINTO MISTERIO GOZOSO
El niño perdido y hallado en el templo.

A los tres días lo encontraron en el Templo sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles. (S.Lucas 2,46)


Perderse es no saber uno donde está.
Se me viene a la mente un niño llorando en la playa porque no encuentra a su mamá, y cargado sobre los hombros de un señor, la gente de alrededor aplaude para llamar la atención.
Pero alguien puede no estar perdido para sí, sino perdido para otros. Alguien que sabe perfectamente donde está, mientras que son los otros los que lo buscan, porque lo consideran perdido.-
El misterio que contemplamos alude a dos acciones: perdido y encontrado en el templo. Léase bien, no es que se encontrara perdido en el templo donde luego fue hallado. Sino que sus padres no sabían donde estaba y luego de varios días de ir para atrás y para adelante de la caravana, lo encontraron en el templo. Y para colmo, hablando con los doctores de la ley, como si nada.-
¿Se puede decir entonces que Jesús estuvo perdido? La respuesta será: depende perdido para quién.
Tambien en este pasaje me surge otra incógnita relativa al tiempo que estuvieron sus padres desconociendo el paradero de Jesús. Dice la escritura que fueron tres días. ¿Como puede ser que Jesús no haya tomado conciencia de que sus padres estarían por tanto tiempo buscándolo como locos?
Por mucho menos que eso, a un hijo nuestro de la edad que tenía Jesús (12 años) lo dejaríamos varios días en penitencia. (si es que hay padres que todavía se animen)
Acá pasó algo raro. O mejor dicho misterioso.
Se me ocurre esta explicación: Jesús por un momento dejó de ser un chico y pasó a ser solo Dios. Ni más ni menos.
Me podría animar a decir que -por ese lapso- perdió contacto con la temporalidad.
De lo contrario, tendríamos que aceptar que tuvo un comportamiento típico de un adolescente irresponsable. Y esta opción, que a muchos nos resulta archiconocida y también sufrida... nos cuesta trabajo imaginarla como un proceder propio de Jesús hombre.-
Stop. Dejemos por un momento estos cuestionamientos -que algunos no sin razón pueden considerar divagantes- y por los que podría llegar a ser excomulgado, y quedemonos contemplando esta idea.
Jesús perdido para mí, y yo encontrado por él.
O dicho de otra manera: Soy yo el que muchas veces está perdido y siempre es él, el que me encuentra.
Perdido porqué? Encontrado cómo y donde?
¿En cuantas y cuáles situaciones lo pierdo de vista a Jesús, que de repente pasa a estar perdido para mí?. Y destaco el para mí, porque igual que en el pasaje, soy yo entonces -como José y María- el que debería buscarlo.
La pregunta es ¿porque buscar a alguien que no está perdido, sino que, por el contrario, está al lado mío, noche y día?.
Es que muchas veces nos pasa como a los discípulos de Emaus. Buscamos donde no corresponde y no vemos lo que está enfrente de nuestras narices. Nos hacemos castillos de problemas y estamos irremediablemente insatisfechos.
Otras veces a Jesús lo perdemos con premeditación y alevosía. Y a eso lo llamanos pecado. Pero, nuevamente: ¿lo perdemos a Jesús por el pecado? ¿o nos perdemos nosotros?.
Jesús en el misterio que contemplamos no estaba desesperado. Estaba lo más tranquilo. Los que estaban realmente desesperados eran sus padres por haberlo perdido. Y nosotros, cuando nos alejamos de él y lo dejamos de ver, ¿estamos igualmente desesperados?
La respuesta es dificil y no siempre es la misma. Hay momentos en los que nos convencemos de que él no está presente. Y ello ocurre de ordinario, cuando su mirada nos molesta.
Pero sin embargo, hay algo en nuestro interior que nos moviliza: Hechos, gente, pensamientos, remordimientos. Es Dios mismo!!!, salame !!!.
Vamos frenéticamente para adelante y para atrás de la caravana. Y cuando recobramos la cordura, vemos algo que estuvo siempre tan patente como está ahora en el texto. A Jesús lo encontraremos en el templo.-
Y como decíamos en el comentario del misterio anterior, no hay que quedarse solo con la idea del templo físico. Sino que hay miles de manifestaciones de Dios en las que podemos encontrarlo. (En el templo de nuestra interioridad, en un retiro al que fuimos arrastrando los pies, en el templo del confesionario, y, especialmente, en el corazón y en las necesidades de los demás.-
Y hay tantos lugares donde encontrarlo, por la sencilla razón de que si analizamos bien este 5º misterio, veremos que somos nosotros los que nos perdemos, y es El el que nos busca y el que nos encuentra.-
El, nos la hace muy fácil. Nos pone sobre sus hombros y nos eleva por encima de la gente para que veamos al Padre. Y toda la Iglesia aplaude (oración de los fieles) para llamar la atención.-
Esto de perderse y encontrarlo, tiene muchas aristas... y puede resultar tan complicado como querramos hacer nuestra vida complicada. Mejor pidámosle a María que no nos suelte de la mano, y seamos realmente como niños.-

Por Esteban M. Mazzinghi

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