miércoles, 7 de octubre de 2009

MEDITANDO LOS MISTERIOS DEL ROSARIO...


4 º Misterio Gozoso
La presentación del niño en el templo
Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor:"Todo varón primogénito será consagrado al Señor". (S.Lucas 2,22-23)

Presentarse es darse a conocer. Y darse a conocer es exponerse.
Este misterio nos recuerda el cumplimiento de un rito judío, pero esta reflexión apunta a no quedarnos en el hecho histórico, sino más bien contemplar y admirar las consecuencias posteriores a ese "hacerse presente".-
Para ciertos casos, las ventajas del anonimato son evidentes. Nosotros sabemos bastante de esto cuando no queremos asumir un rol y nos queda más cómodo pasar desapercibidos. Decimos: "yo... perfil bajo", pero muchas veces no por humildad, sino para conseguir "borrarnos".
Alguien puede presentarse y luego desaparecer, lo que llamaríamos presentación fugaz.
Me viene a la mente la presentación en el escenario de un artista que hace lo suyo y luego se va con su música y sus bártulos a otra parte.-
Pero Jesús hizo su presentación con ánimo de permanecer. Y permanecer a toda costa y por todos los siglos.-
En la contemplación de este misterio hay tres actores principales. Obviamente Jesús, pero también María y José. Porque Jesús no fue solo, sino llevado por sus padres.
Los tres sabían a qué se estaban exponiendo. Y vaya si se expusieron !!!
A María y a José les tocó el rol de guiar y acompañar a su hijo en el cumplimiento de la ley y de los ritos de la época.
Jesús cumplió con la ley, pero al mismo tiempo -como no es un formalista- la trascendió completamente, y su presencia -a partir de la presentación- lejos de ser fugaz, va a resultar incondicional y perenne. (como una planta que nunca va a dejar de dar frutos).
En efecto, hoy por hoy Jesús se presenta también en el templo todos los días. Se quedó con nosotros para siempre. Y está en el templo físico, pero con aspiraciones de estar también en el templo de nuestro corazón.-
Lo primero no lo podemos evitar. Es un hecho misterioso pero real, de presencia en cuerpo y alma representado en el pan y vino.
Lo segundo, dependiendo de que creamos lo primero, ya sí es un acto más volitivo de nuestra persona. Resultamos entonces, los cuartos personajes de este pasaje evangélico.-
Supongo que en el rito de la presentación existirían una serie de preparativos. Se encenderían velas, tal vez se adornaría un altar para sacrificios, se cantarían salmos de alabanza.
Lo mismo deberíamos hacer nosotros con nuestro corazón, para recibir semejante prescencia.-
Señor, ojalá tu presentación en mi templo te resulte agradable. Te encuentres bien recibido y alabado. Sepas disculpar los apurones en la preparación de tu visita. Mis distracciones, mis dudas, mis flaquezas. A pesar de todo eso... quiero ser un templo vivo.-
Por Esteban M. Mazzinghi

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