viernes, 11 de julio de 2008

LAS PEQUEÑAS COSAS...

Jesús dijo:
Te alabo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra,
porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes
se las has revelado a los pequeñitos.
Sí, Padre porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre
y nadie conoce al Hijo sino el Padre,
así como nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar...

Y ¿cuáles son ‘esas cosas’ que el Padre sólo le revela a los pequeñitos?

Preguntémonos, porque no vaya a ser que se nos estén ocultando a nosotros por pasarnos de sensatos.
Miren que Pablo habla de una sabiduría de la cruz, que para los “sabios” griegos es necedad (una tontudez para decirlo de manera que se entienda) y para los “prudentes” judíos es un escándalo (algo indignante y que no se puede tolerar) (1 Cor 1, 22-23).

Y puede suceder que se nos mezclen los parámetros de la cultura actual y que lo que nos parece obvio y verdaderísimo sea precisamente lo que nos está ocultando la sabiduría de Dios. Esto es grave porque puede ser que el Padre esté haciendo maravillas entre nosotros y nosotros las despreciemos porque nos parecen tontudeces o que –peor- estemos en contra porque nos parece que está todo mal.

¿No tenemos diferencias de criterio acaso en la Iglesia? No digo las diferencias que hacen a un diálogo creativo y enriquecedor. Hablo de esas diferencias que llevan al distanciamiento y a la frialdad cuando no al resentimiento encubierto y a las peleas manifiestas. En las cosas que el Padre revela a sus pequeños no hay diferencia de criterios que alejen ni sentimientos malos que enfrenten. Todo lo contrario: hay un mismo pensar y un mismo sentir: un solo corazón. Humilde y manso como el de Jesús.

Nos preguntamos entonces de nuevo ¿cuales son esas cosas que el Padre revela? No me animaría a enumerar citas evangélicas, a decir que “esas cosas” que el Padre revela son: el “Amor a Dios y al prójimo”, el “servir a los más pobres de entre los pobres”, el “dar gratis lo que recibimos gratis”, el “poner la otra mejilla”.… Si usamos estas frases como “verdades para discutir” no sirven de mucho. Al contrario. Solo valen si son “revelación del Padre a un corazón pequeñito”. Porque muchas veces esas “verdades” se convierten en piedras que nos arrojamos entre nosotros.
No se trata de “cosas” en el sentido material de las palabras sino de “cosas reveladas por el Padre a los pequeñitos y certificadas por la alegría que Jesús comparte con sus discípulos”.
Como vemos, son “cosas”, pero complejas. Como es compleja la “cosa pública”, la Re-pública.
Jesús mismo es la “cosa” que el Padre revela. Aunque es una palabra que puede parecer vulgar “cosa” es un palabra pequeñita, disponible para todo, una palabra de esas que no “achican” el contenido, sino que se ensanchan con él... Diego Fares.-

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