miércoles, 7 de octubre de 2009

SOBRE LA ORACION...



Una homilía del siglo V atribuida a san Juan Crisóstomo nº 6, sobre la oración

«Enséñanos a orar» El bien supremo es la oración, la conversación familiar con Dios. Ésta es la relación que tenemos con Dios y la unión con él. Igual que los ojos del cuerpo quedan iluminados al ver la luz, asimismo el alma que tiende hacia Dios queda iluminada por su inefable luz. La oración no es efecto de una actitud exterior sino que viene del corazón. No queda reducida a unas horas o a momentos determinados sino que es una actividad continua, tanto de día como de noche. No nos contentemos orientando nuestro pensamiento a Dios durante el tiempo dedicado exclusivamente a la oración, sino que cuando otras ocupaciones nos absorben –como son el cuidado de los pobres o cualquier otra ocupación dirigida a una obra buena y útil- es importante mantener al mismo tiempo el deseo y el recuerdo de Dios, a fin de ofrecer al Señor del universo un alimento muy suave, sazonado con la sal del amor de Dios. Podemos sacar de ahí una gran ventaja para toda la vida si consagramos a ella buena parte de nuestro tiempo. La oración es la luz del alma, el verdadero conocimiento de Dios, la mediación entre Dios y los hombres. A través de ella el alma se eleva hacia el cielo y abraza al Señor con un abrazo inexpresable. Como un niño de pecho hace con su madre, el alma llama a Dios llorando, hambrienta de la leche divina. Expresa sus deseos más profundos y recibe regalos que sobrepasan todo lo que se puede ver en la naturaleza. La oración con la cual nos presentamos con respeto delante de Dios, es gozo para el corazón y descanso del alma.

2 comentarios:

Esteban dijo...

Algo escrito en el siglo V que mantiene una actualidad que impresiona. Porque hoy en el XXI sigue siendo igual. Desde hace un año, y aunque un poco tarde, comencé una experiencia de adoración al Santísimo con cierta regularidad. Y es notable como las cosas que describe este Santo (ignoto para mi)son las mismas sensaciones que tengo frente a Jesús expuesto en el altar. Hay días mejores que otros, dependiendo de cómo uno llega. Pero la salida es siempre igual. Mucha paz y sensación de haber ganado el tiempo, en algo que a los ojos del mundo puede resultar incomprensible. Antes pensaba: Con todas las cosas que hay que hacer... ¿Una hora sentado mirando el altar, y hablando solo? ¿No estaré loco?.

Andoto dijo...

Me gusta ir a Adorar porque es el momento que más me ABAJO, como hizo Zaqueo que se encontró con SU mirada y se bajó de su EGOCENTRO volviendo a su centro con EL en su casa....la GRACIA te cambia.
Me gusta el Rosario porque nos ayuda a meditar las actitudes de María y Jesús que tantas veces nos hacen bien....por ej.GUARDAR LAS COSAS EN EL CORAZON y con Mansedumbre no reacccionar y masticarlas en otro momento. Trato de imitarlo, me cuesta mucho pero SE PUEDE...siempre con PICO y PALA