viernes, 30 de julio de 2010

PASAR DESAPERCIBIDO...

Mateo 13,54-58.


y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de
tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían,
esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y
no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá
todo esto?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un
profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.


comentario del Evangelio por Beato Juan XXIII (1881-1963), papa
Diario del alma, §1901-1903
«¿De dónde saca éste esa sabiduría...? ¿No es el hijo del carpintero?


Cada vez que pienso en el gran misterio de la vida escondida y humilde
de Jesús durante sus treinta primeros años, mi espíritu se siente cada vez
más confundido y me faltan las palabras. ¡Ah! es la misma evidencia: tengo
frente a mí una luminosa lección: no tan sólo los juicios y la manera de
pensar del mundo sino también los juicios y la manera de pensar de muchos
eclesiásticos me parecen completamente falsos y se oponen del todo a esta
lección. Por mi parte confieso que no he llegado todavía a
hacerme una idea de ello. Sin embargo, y por lo que me conozco, me parece
que sólo poseo una apariencia de humildad, pero no su verdadero espíritu;
ese amor a «lo escondido» de Jesucristo en Nazaret, no lo conozco más que
de nombre. ¡Y decir que Jesús pasó treinta años de vida escondida, y que
era Dios, y que era el «reflejo de la sustancia del Padre» (Hb 1,3), y que
vino para salvar al mundo, y que todo esto lo hizo únicamente para
enseñarnos cuán necesaria es la humildad y cuánta falta hace practicarla! Y
yo, que soy un grande y miserable pecador, que sólo pienso en complacerme a
mí mismo, en complacerme en los éxitos que me dan un poco de honor
terrestre, que no puedo tener el más mínimo pensamiento santo sin que se
deslice la preocupación de mi reputación cerca de los demás... A fin de
cuentas no sé acostumbrarme, si no es con un gran esfuerzo, a esa idea de
pasar realmente desapercibido, escondido, tal como Jesucristo lo practicó y
tal cual me lo enseña.-

2 comentarios:

Esteban dijo...

Impresionante reflexión personal de un santo (por ahora beato) y que fue Papa, como Juan XXIII. La pucha, no sabía que eramos tan parecidos...
Todo es cuestión de fineza de espíritu. Porque si él se sentía así... no entiendo como hago yo para levantarme a la mañana y salir a la calle, con la estúpida idea de que soy un buen cristiano.-

Andoto dijo...

Lo sigo leyendo y me sigue pegando fuerte. La tarea de la mitad de la vida es bajarnos de nuestro EGOCENTRO que nos PUEDE y nos AISLA y por lo tanto no nos deja SER PLENOS.
Volver a la Casa del Padre,
que es NUESTRO CENTRO es el camino de la SABIDURIA que picapedreando tenemos que seguir.
Es la única forma de llegar a la Comunión con Dios y con los demás.
Estoy en camino, lejos pero en camino porque sé que con El y con los demás SE PUEDE.