miércoles, 25 de junio de 2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ME ENCANTO!Gracias.

Anónimo dijo...

Queridos Amigos,
acabo de ver este videito con escenas de la pelicula La Pasión de Cristo, con "Cara a cara" como música de fondo.

Y me siento a escribirles lo que siento y pienso.

Creo que la cara es la mejor parte del cuerpo que tenemos porque es la mejor ventana al alma. Por el rostro nos encontramos con todo el corazón y con toda la existencia del otro. Gracias a la cara podemos "leer" lo que hay en lo profundo, aún cuando la persona no quiera hablar. Pero necesitamos mirar la cara del prójimo. Mirar profundo, escrutar, diría -casi- investigar, para interpretar la existencia de ese samaritano que nos encontramos.
Pero no es fácil, porque mirar la cara del otro y dejar que el otro me la mire es quedar delatados, semidesnudos, expuestos. Pero no es ese el primer deber de amor? No debemos mirarnos unos a otros amorosamente sin hacernos los papanatas? Pero mirar es un mirar amante, no un mirar de investigador que busca la verdad. Nno necesitamos que nos miren con aprobación, con contención, con complicidad para poder bajar la guardia y dejar entrever lo que hay en los pliegues del alma? Porque escondemos en los rincones de nuestros sótanos las experiencias humanas, creyendo que de ese modo seremos más fuertes. Nos engañamos una y otra vez en la tentación de la cuasi fortaleza, que como espejismo, nos hace creer que el emitir el mundo interior debilita. Las muejres reaccionan de un modo; los varones de otro. Las mujeres dispersan palabras tratando de encontrar en las demás y sus reacciones y reflejos el sentido de lo que padece y los modos más acertados de vivirlo. Los varones entran en un mutismo, negando lo que se vive, no pudiendo responder a la más básica de las preguntas: qué siento ahora? Muchas veces son los otros y -sobre todo las muejres- quienes perciben qué les pasa, antes que ellos mismos. El equilibrio lo deben encontrar unas - las mujeres- en el silencio meditativo y en la confianza en el consejo de unas pocas personas (las más importantes!); en cambio los otros -los varones- en la búsqueda de la expresión, de la palabra que barrunta bocetos de la experiencia interior.
La cara desfigurada por tanta expresión o dura por el bloqueo a la salida del mundo interior, no es cara auténtica. Es castigada. Pobre cara cuando padece la desproporción de la expresión o cuando es reprimida para que diga (mienta) está "todo bien".
Pero cómo darle a la cara, como ventana veraz de ese mundo interior (intelectual/afectivo/psicológico/memoria/imaginativa) la cuota perfecta, la dosis justa?
Me ha pasado muchas veces de estar en un día de resolana intensa con todos los músculos faciales contracturados, fruncidos. La cara se defiende de la violencia y proteje los ojos -la cara de la cara- para que no se dañen. Al tomar conciencia, a veces se lo puede remediar. Y es entonces que sobreviene el alivio. El rostro se distiende.
Creo que en la vida estamos continuamente poniendo la cara en diversas situaciones que no son fáciles. Y la cara se nos va contracturando. Se nos va endureciendo. Su expresión llega a ser sórdida o triste.
Me pregunto si hemos encontrado una situación en la que nuestra cara se encuentre con el fondo del alma y lo exprese auténticamente.
Para mí, esa situación, que gracias a Dios -no es una frase hecha "gracias a Dios"- descubrí es la Presencia del Señor.
Pero tengo que reconocerles que me cuesta. Encontrarme con la cara del Señor me cuesta. Y me da un enorme placer. Pero me cuesta. Porque el Señor desnuda, descubre. Ilumina la verdad de cada uno. Todo está escubierto ante su mirada. Por eso cuesta. Porque al Señor nunca se lo puede versear, chamuyar.
Pero en este encuentro el Señor me mira.
Qué me mira? Me mira la cara, el corazón, el alma.
Pero es un ida y vuelta. Yo también lo miro. Lo contemplo en el evangelio enseñandome, curándome, llamándome. Salvándome. Su expresión es definida y serena.
No vino a condenar. Quien lo quiere verlo ya está condenado, porque no encontrará la paz. No querer verlo es no querer ver la verdad.
Un poco más o se hizo largo y aburrido?
Detenerse ante la cara de Jesús es ver sus ojos, su expresión, su bondad, su acto creador y redentor. Mirada con amor de ternura y compasión. Como si sus ojos dijeran: "ojalá entiendas que lo único que quiero es que pares de sufrir". Su mirada compasiva que apela a abrir el corazón para sembrar el roble de la bondad. Pero sólo su mirada lo siembra. Bondad que quiere quedarse, arraigar hasta aferrarse por sobre todo razonamiento para crear en nosotros esa misma mirada que primero comprende y quiere entender las razones del otro.
No me explico porqué tantos han sentido que nuestro Dios es un juez severo. Lo revela su mirada? O es que nuestra propia mirada no fue transfigurada aún por la bondad del Señor y expresa más un juicio que la ternura divina?
Cómo miro al mundo, a mi colegio, a los que me rodean? Si no lo sé, atenderé a los sentimientos que surjan de mi corazón cada vez que me imagino esos lugares y personas. Y allí el análisis no falla. Miro con amor, con comprensión, con los brazos del alma tendidos o miro con bronca, justicieramente, con ganas de dar lecciones?
Hace unos años, mientras volvía en el colectivo 168 de la facultad de ingeniería, veía la espalda de una mamá joven que, sentada, hacía muecas y caras a su bebito. Pero a ella no la veía. Veía al bebito. Su carita. Su gozo. Sus ojitos bailaban, quería hablar, se salía de sí. La cara de la madre extraía de la de su hijito lo más lindo y tierno que he visto en mucho tiempo...
No es Dios mi Padre y mi Madre? Y su cara, su expresión: qué provoca en mí? No lo sé? Que me digan los demás cómo es la expresión de mi cara y entonces me daré cuenta qué encuentro yo de la cara de Dios.
Pero me encontraré con su rostro si no lo busco? El salmista nos ayuda:
"Como busca la cierva, corrientes de agua,
así mi alma te busca, Dios mío.
mi alma tiene sed de Dios, del Dios viivo:
Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.." Sal 41

Les mando un abrazo y les deseo que puedan exponerse ante la mirada de Dios y la del prójimo que anda buscando hermanos para amar.
P.Georgie