martes, 10 de junio de 2008

Emaús... ¿hacia donde vamos?


Los hombres luego de asistir a situaciones traumáticas, sentimos la necesidad de mudar de ambiente. La necesidad de partir, de cambiar de escenario rápidamente. Dejar el lugar donde hemos sufrido o hemos visto sufrir. Donde hemos padecido o hemos visto padecer a alguien. Nos ataca un sentimiento de "quiero partir..."
El Evangelio no nos dice porqué motivo los discípulos de Emaús estaban peregrinando. Se habían puesto en movimiento casi inmediatamente de acaecidos los trágicos sucesos. ¿Estaban huyendo? ¿Se estaban refugiando? No lo sabemos.
Lo que sabemos es que Jesús salió a su encuentro.
Muchas veces nosotros no sabemos hacia donde vamos. Tenemos la necesidad de marchar y Dios sale a nuestro encuentro.-
Luego de haber pasado por momentos de tensión –y los episodios de la crucifixión de Jesús ciertamente lo fueron- los hombres sentimos la necesidad de comentar lo sucedido.
Estamos en la Argentina viviendo situaciones de agitación pública. Y nos hemos juntado entre nosotros para comentar lo ocurrido. La preocupación nos invade y se genera la discusión.
"Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos..."
El miedo, la tristeza, el cansancio, el enfrascamiento en nuestra posición irreductible, nos nubla los sentidos. Y somos incapaces de reconocer la realidad que está delante de nuestros ojos.
Jesús se les aparece en medio de la discusión. Sale al encuentro de estos discípulos como quien aparece de la nada.
"Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran"
Es como una aparición casual. Es un ponerse de repente a la par, para luego seguir caminar al lado.
Este pasaje me hizo acordar a la peregrinación a Lujan. De repente te encontrás caminando al lado de un desconocido. Y empezás a hablar de cosas ocasionales y luego pasás a temas más personales.
El se interioriza de tus cosas de tu cansancio de tus dificultades. Y lo hace así de una manera que parece extremadamente casual.
Pregunta ¿"Que comentaban por el camino"?
Y a veces nuestra respuesta suena igual de brusca, casi con bronca: "¿Tu eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó? Faltó que agregaran: "salame".-
Jesús se mete en la vida de esta gente, como en la tuya y la mía. Comienza preguntando casi por cortesía. ¿Que tal? ¿Cómo va la cosa?. Como si no le bastara a El con ver sus semblantes tristes. Como si no le bastara a El solo con mirarte, para saber todo lo que te pasa.

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