viernes, 21 de agosto de 2009

Las curvas de la vida (2da parte)



b) Curva económica:
Esta curva material (salvo raras excepciones) tiene una importancia capital para muchas personas . A veces es la causante de grandes disputas familiares. Otras, aunque se intente restarle importancia, más temprano que tarde termina apareciendo sobre el tapete de nuestra vida.
Es una curva determinante de la ruptura de muchos matrimonios que hacen demasiadas cuentas y se hunden en odiosas comparaciones.-
Pero empecemos por el principio.
Cuando uno es jóven, tiene generalmente una visión desdeñosa de lo económico.
Cuando empezamos la vida matrimonial y familiar, de ordinario la curva arranca de bastante abajo. Nos parece que el dinero es solo un mal necesario. Nuestro idealismo, nuestro amor impetuoso, están muy por encima de la cuestión estrictamente material. Muchos elegimos en la ceremonia de nuestro casamiento el Evangelio de los lirios del campo... Que simpático todo !!!...
Pasado un cierto tiempo en el que la familia crece. También crecen en forma exponencial los gastos. Nos parece que no hay trabajo ni ingreso que alcance , y en algunos casos tendremos razón. Si hasta llegamos a pensar que todos -incluso los nuestros- se han puesto de acuerdo, para arruinarnos.
Corremos todo el día para obtener los recursos que nos pemitan mantener el nivel en el que hemos ido posicionado a la familia. Muchas veces nos engañamos diciendo que lo hacemos por ellos. Otras veces es tristemente cierto.
El tema pesos está al tope de la agenda. Sale a la luz en el 80% de nuestras conversaciones, ocupa casi todas nuestras preocupaciones. A veces lo advertimos y nos da un poco de verguenza. Con frecuencia caemos en la hipocresía de querer minimizar nuestro materialismo. Otras veces, de verdad creemos que lo que tenemos no nos alcanza, o bien pretendemos disimular nuestro consumismo con las excusas más increíbles : "Realmente lo necesitaba ... "... resuena una voz interior mientras coloco el último modelo en la bolsa.-
Nos creamos así las necesidades más estúpidas. Nos comparamos con otros. Hacemos elucubraciones de: " porqué fulano que trabaja menos que yo, está en mejor situación económica"? . Tenemos envidias. Sospechamos. Miramos a nuestro alrededor recelosos: "Nadie puede haber hecho tanta guita honestamente" "Yo se, lo que es ganar la plata con el sudor de mi frente".
Cuando la curva está en la cresta, empezamos a pensar que algo no huele bien, y que lo material no debería ocupar el 100% de nuestros exhaustos recursos humanos.-
Entonces surge el momento de las preguntas:¿Para que trabajamos? ¿Para que nos esforzamos? ¿Que descuidamos? ¿Cuánto tiempo le dedicamos a esto o a aquello? ¿Me conviene esta vida?. Son todas preguntas que tal vez nos hicimos siempre, pero que toman especial resonancia a partir de un momento puntual. Tal vez pasó algo que implicó un susto de salud. O sencillamente un amigo bastante insistente por decirlo finamente, nos invitó a un retiro espiritual.
Empezamos a calibrar que nos estamos perdiendo cosas importantes de la vida familiar. Que nuestros hijos nos reclaman más y que queremos estar más pendientes de sus necesidades espirituales, antes que correr para cambiarles el modelo de celular.
Cuando eso ocurre y felizmente a casi todos eso nos ocurre entre los 40 y los 55 años, no siempre es tarde. A ese momento lo llamamos de crisis. Es el preciso instante en el que comienza a torcerse la curva de importancia de la cuestión económica en nuestras vidas. Y a partir de allí tendremos un tiempo de paz , si conseguimos reacomodar los pesos que llevamos en la mochila.-
Esteban M. Mazzinghi

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