sábado, 22 de agosto de 2009

Las curvas de la vida (3º y última parte)



c) Curva espiritual:
Como contrapartida con las dos variables anteriores netamente materiales, nuestra vida tiene un componente espiritual. Y también en este aspecto podemos trazar una curva.-
Acá el dibujo es curioso (aunque aclaro que siempre estamos haciendo un ejercicio de análisis muy general).
Lo que apreciamos es una figura con una gran depresión. La curva espiritual empieza muy alta desde nuestra infancia, tiene por lo general una sucesión de picos con pronunciados ascensos y descensos durante la adolescencia, luego es muy común un período largo de gran baja, y, a partir de cierta edad, con motivo de algún hecho puntual, se reconoce un repunte sostenido hasta el final de nuestras vidas, con un pico tan alto como el del comienzo. El miedo no es sonso ... decía mi abuela.-
Vamos a analizar el porqué de este sinuoso recorrido.-
Sed como niños, nos dice Jesús.
Arriba de la puerta de la capilla del Marín está tallado en piedra: "Sinite parvulos venire at me" Dejad que los niños vengan a mí.
Hay dos momentos claves de nuestra vida en los que somos como niños: Primero cuando lo somos realmente, es decir, cuando nacimos hace poco tiempo. Y, finalmente, cuando ya vivimos mucho.-
Porque la ancianidad en cierta manera, nos coloca casi en la misma situación de indefensión propia de la niñez. Problemas con la dentadura, ciertas incontinencias, lentidud para comer, (una cucharadita por papá... otra por mamá), problemas de equilibrio y de traslado, respuestas menos rápidas del razonamiento, confusión en el manejo del dinero. etc
Siempre recuerdo a mi abuelo viendo televisión. Le costaba mucho cuando la imagen pasaba abruptamente de su serie favorita a la tanda publicitaria. "Lo que no entiendo es ¿que hace Tarzán lavándose los dientes...?", me decía.-
No es curioso que sea precisamente en estos dos polos (niñez-vejez), donde encontremos las partes más altas de la curva espiritual.-
Cuando somos niños nuestra fe depende mayoritariamente de nuestros padres. Casi todos los padres bautizados quieren para sus hijos una educación en un colegio de formación católica y que se cumpla en tiempo y forma con la adquisición de los sacramentos. La palabra adquisición esta usada a propósito, porque muchas veces lo que queremos para nuestros hijos es la sucesión o cumplimiento de ciertos pasos rituales, sin encontrarle nosotros mismos y por ende sin poder transmitirles a ellos, el verdadero sentido que tienen esos Sacramentos.
La celebración de la comunión, dentro de las fiestas religiosas infantiles, es la que se encuentra en el pináculo. Al menos en ese momento, el más insoportable de los niños es famoso y con cara de angelito por un día.-
Pero el esfuerzo puesto por los padres en la celebración festiva, no es muchas veces sostenido en el tiempo. Y si bien el primer domingo despues de la comunión concurre toda la familia a Misa y se siguen sacando fotos, luego se van dramáticamente espaciando las apariciones, hasta que -en muchos casos- se abandonan por completo.-
Los ejemplos que reciben los chicos de nosotros los mayores en materia de fe y de constancia espiritual, muchas veces son bastante pobres. Y como la fe hay que alimentarla igual que al fuego, y al principio ese alimento depende en gran medida de los padres, se advierte claramente una disminución en el fervor espiritual con el correr de los años que siguen a la primera comunión.-
La curva desde su punto culminante comienza a bajar.
Se llega así a la etapa de la adolescencia, situación tormentosa si las hay.
La comunmente llamada edad del pavo, o como decían mis padres, la edad del ropero. "porque dan ganas de encerrar allí al susodicho y sacarlo cuando cumpla veinte".-
Acá entramos en la parte de los picos. Grandes subidas y bajadas, porque en esta etapa de la vida se es puro corazón. Es el todo o nada. El idealismo y el ímpetu nos juegan buenas y malas pasadas.-
Se trata de un momento de suma importancia, porque este coctel de sensaciones, es como una montaña rusa, y de allí se puede salir despedido para un lado o para el otro.-
A partir de este momento, las decisiones que se tomen son cada vez más importantes y en algunos casos -bombo de por medio- bastante irreversibles.-
Por eso el desvelo de tantos padres conscientes. Desvelos justificados por las incertidumbres en la vida de nuestros hijos: las compañías que tienen, las inclinaciones, de quienes se enamorarán, como viven las distintas responsabilidades.
En general los mayores pensamos que es cada vez menos lo que se puede influir a partir de cierta edad. Y esa edad la vamos corriendo precoz y dramáticamente.
Yo no creo que sea así, y además pienso que muchas veces se desaprovecha la época inmediatamente anterior, donde la sana influencia paterna es siembre mucho mejor recibida, época más propicia para la siembra. Pero para eso los padres debemos hacer un esfuerzo por "estar". Estar con mayúsculas. Hablar. Y no solo hablar, sino fundamentalmente predicar con el ejemplo.
Los chicos adolescentes hay muchas cosas que detestan, pero la hipocresía es de las cosas que sencillamente no perdonan.-
Si luego de los picos el derrotero de la curva se vuelve francamente descendente, no perdamos las esperanzas. Dios no la pierde con nosotros. Hay varias oportunidades en la vida que se nos presentarán todavía para torcer el rumbo en forma positiva.
Un amigo decía... "Juan es un caso raro. Es una persona que empezando bien de abajo, siguió descendiendo..."
Nótese la afirmación caso raro, porque por suerte la vida está llena de sorpresas y de oportunidades.
Hay determinados momentos de crisis, en los que llegamos a replantearnos nuestra vida espiritual. Tal como nos ocurre con las preguntas relativas al trabajo, a la vocación ya desplegada, al porqué del esfuerzo, o al para que hago todo lo que hago...
Hay gente que en esta materia espiritual se declara eterna buscadora. Y esta muy bien no bajar los brazos, pero no es menos cierto que muchas veces esa autoproclamada búsqueda sin fin, esconde involuntariamente un deseo de no querer encontrar.-
El razonamiento subconciente es: Si no encuentro lo que busco, no tengo porqué cambiar...
Por supuesto que en esta vida nunca vamos a llegar al conocimiento total de Dios.
Hay infinidad de seguridades que nos estarán siempre vedadas. Pero está bueno que luego de vivir una cierta cantidad de años, los que estamos promediando la segunda mitad de la vida, reconozcamos al menos que contamos con algunas pistas Y EMPECEMOS A TRANSITAR LA CURVA ASCENDENTE...
Esteban M. Mazzinghi

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